29. Tentaciones de una Sirena

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Vivir tantos meses al otro lado del país aparentemente no había tenido efecto alguno en mis emociones y sentimientos familiares, pero solo bastó un solo día para experimentar esa alegría de volver a estar en casa de mis papás. ¡Sí! ¡La magia del espíritu navideño! Y no me avergüenza el admitir que me divierto como una niña de 8 años haciendo galletitas con mamá o escuchando con mucha atención e imaginación a papá mientras me cuenta una de las tantas historias que alimentaron mis noches de alegría hace ya casi veinte años. Definitivamente, me faltaba una dosis de "ser la hija menor" para sentirme así de dichosa al estar ahora mismo en Santa Bárbara.

Claro que no hay punto de comparación de disfrutar estos días al lado de Chlöe en DC, pero tampoco se me hacían eternas las horas entre día y día. ¡Al contrario! Me espanta que estén transcurriendo más de prisa de lo necesario, ya mañana se nos acaba el año. Es una enorme verdad eso de que cuando te diviertes el tiempo se evapora: siempre encontraba algo qué hacer en casa o visitar en mi ciudad para recordar los viejos tiempos de escuela. Más aún si esas actividades no las hacía en solitario... Digamos que encontré a la compañera perfecta que comparte mis mismos niveles de maldad.

¡Irme de shopping con la pelirroja es una deliciosa locura!

Jamás lo habíamos hecho. Bueno, hasta hace medio año tampoco lográbamos cruzar más de tres o cuatro frases sin matarnos con la mirada, pero esas cosas son del pasado. Tomarnos el día libre junto a algunas tarjetas de crédito sin restricción alguna son la combinación perfecta. Incluso, hace unos dos días, los de seguridad nos invitaron "cordialmente" a abandonar el centro comercial porque ya debían de cerrar. ¡Qué risas nos pegamos esa noche! Entre las dos nos culpábamos por pasar esa vergüenza, pero en el fondo fue muy divertido desconectarnos del mundo y las preocupaciones como despedida de este extraño 2019 que lo llegué a odiar muchísimo por el accidente, pero luego de oír ese "te amo" de los labios de Chlöe, estoy más que dispuesta de volver a revivirlo un millón de veces más.

Mi alemana se llevará una enorme sorpresa cuando me vea aparecer con cinco maletas extras en el aeropuerto. ¡Soy adicta a coleccionar nuevos outfits! Así muchos de ellos jamás los vaya a lucir. ¡La idea es saber que son tuyos y los puedes ver ordenaditos en tu armario! Aunque uno de esos equipajes será exclusivamente para el pequeño bebé del que soy madrina.

- ¡Sí! Ya tenemos su nombre: Diago. Está hermosísimo nuestro hijo con esos ojos de cobre de Arantxa.

- ¡Felicitaciones! Él es el mejor regalo que tu familia podía recibir en Navidad -exclamé emocionadísima-.

- ¡Ni que lo digas! La verdad fue una sorpresa que las contracciones empezaran luego de habernos ido a dormir al terminar Nochebuena. ¿Me creerás que mis hijas y yo seguimos en pijama aquí en la clínica? Así de inesperada fue su llegada.

- Ahí tienes una bonita anécdota para cuando Diago sea grande y se la puedas contar -comenté entre risas-. ¿Cómo se encuentra Arantxa?

- ¡Excelente de salud! No tuvo ninguna complicación durante el parto. Aunque yo casi me desmayo por la tensión de estar esperando a que saliera el obstetra a decirme que ambos estaban fuera de peligro.

- ¡Hey! ¿Ahora lo entiendes? Y tú que creías que Arantxa había exagerado cuando nacieron las gemelas -señalé al recordar el relato de la española sobre lo que sucedió durante el embarazo de Mila hace ocho años-.

- Shh... A Arantxa le dije que estuve súper calmada en todo momento -confesó entre risas-.

- ¿Sabes? Creo que tus niñas se lo han tomado con mucha emoción tener un hermanito. Fiorella se derritió de felicidad al contarme sobre su hermanito. Siempre cabía la posibilidad de que se pusieran celosas. Yo estaría así si mamá hubiese tenido otra hija.

No seré tu PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora