3. ¿Te puedo decir que te amo?

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Jamás entenderé a qué se debe que el tiempo corra cuando en verdad te diviertes. Mi mente divagaba, sin encontrar respuesta alguna a esa cuestión, mientras que mis cansados ojos observaban, hipnóticos, el vaivén de las cortinas del balcón que eran mecidas por una suave brisa veraniega. ¿En qué momento el sol se había ido a dormir? El anochecer cubría con tinieblas al interior de la suite, pero mi sentido del tiempo seguía completamente perdido. ¡Es imposible haberme dormido por más de cuatro horas seguidas! Las placenteras sensaciones en mi cuerpo siguen tan frescas como si apenas hubiese terminado de hacer travesuras con ella.

Una estúpida sonrisa se dibuja en mis labios, pero es ilógico negar que me lo he pasado muy bien con María Grazia. Jamás estuvo entre mis planes las cosas que sucedieron luego de que salí del jacuzzi -nunca asistí a mi sesión de spa- y tampoco esperaba verla aquí, pero las cosas que suceden sin avisar siempre resultan ser las mejores. Incluso, ahora, se me ocurren muchísimas posibilidades para las siguientes horas, pero ambas tenemos responsabilidades de las cuales, el escaparnos, no es la mejor de las ideas.

Apuesto a que en mi IPhone habrá unas cincuenta mil llamadas y mensajes de Martin, todo alocado, preguntándome dónde demonios me metí, ya que hasta ahora no he asomado ni la nariz en la villa deportiva. ¿Qué inventarle? No solo mi cuerpo está tan relajado y cansado sino también mi mente, así que mis grandiosas mentiras están durmiendo ahora mismo. Resulta tan tentador el solo girarme para darle la espalda a las cortinas, acurrucarme entre las sábanas y seguir durmiendo hasta mañana... Sin embargo, me perdería una enorme oportunidad de hacer explotar a mi Instagram con las publicaciones que haría sobre la cena y celebración.

¡Ni siquiera logro coordinar mis propios movimientos! Sin darme cuenta me arañé la frente al pasarme las uñas por encima. ¡Estoy muerta de cansancio! Haber pasado una larga nochecita con esa chica, luego la prueba de doscientos metros y ahora esta travesura: vaya que me están matando a fuego lento y doloroso. Como señal de los rezagos de mis energías es que doy un enorme bostezo con el que cada centímetro de mi cuerpo se tensa por un segundo antes de dejarse llevar por esa rica sensación de relax.

- ¿También estabas despiertas? -exclama a mis espaldas con la voz aterciopelada.

- Umm...-murmuro al aclararme la garganta y girarme hacia su lado de la cama-. Des... desde hace un ratito. Aunque sigo muerta de sueño.

Verla directamente a los ojos me conmueve. Su mirada es tan extraña que incluso, luego de tantos años de conocernos, no he logrado descifrarla por completo. Con mis princesas siempre encuentro la misma ansiedad y deseo por "repetir una y otra vez" nuestros encuentros, pero con María Grazia todo resulta tan distinto. Supongo que es la madurez que obtuvo como esposa y madre lo que la hace no desesperarse por mí. Y también esa es una de las principales razones por las cuales siempre he permitido continuar viéndonos. No soporto que otra persona se sienta dependiente de mis atenciones. Existe un límite entre la diversión que me causa que mis princesas estén siempre disponibles ante mis caprichos, y lo que sucedería si yo les diese las suficientes alas para que ellas crean ser correspondidas.

- ¿En serio? Debe ser por el esfuerzo de la competencia -susurra-. Quizá podríamos descansar mucho más tiempo. ¿Qué opinas?

- Pienso que me mentiste -suspiro las palabras, mientras que el gris de sus ojos se expande y borrar cualquier rastro de sueño-. ¿No tenías un "disque compromiso" al que no podías faltar?

- ¡Eso sí es cierto! -chilla espantada, pero casi a la vez una risita se apodera de ella-. En mi cartera está la credencial para la Cumbre de esta noche, pero te debía una disculpa, así que quizá llegue tarde a mi "disque compromiso".

Cada una de sus palabras se sincronizaban con las caricias que me daba con el torso de su mano izquierda sobre mis mejillas. Lentas, tiernas y cálidas resultaban ser todas, pero lo que más me embriaga es su "mirada trampa". ¿Cómo descifrarte, María Grazia? Amo los retos imposibles y me obsesiono hasta conseguirlos, pero ya vamos cinco años y nada. Al contrario, cada vez se me hace más complicado entender hacia dónde va "lo nuestro"-solo para darle un nombre-.

No seré tu PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora