Amor Frutal

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Crowley era el murciélago más fuerte de su bandada. Podía volar sin descanso toda la noche, cazar presas en segundos, y espantar a cualquier humano que quisiera invadir su territorio, una cueva en la ladera de la montaña. Su vida era tranquila y segura, sin las preocupaciones que aquejaban a otros animales más débiles. Sin embargo, se aburría. Los días y noches se le hacían iguales, y una noche, mientras sus colegas salían en busca del alimento diario, él decidió volar más lejos, hacia el bosque.

-¿Estás loco?- le dijo Beelzebub, un murcielago pequeño de muy mal carácter.- El bosque es peligroso, hay muchos animales grandes que podrían devorarte.

-¡No me pasará nada! Soy muy veloz y sé como eludir a los depredadores. ¡Solo iré a dar una vuelta, no te preocupes!

Crowley se alejó antes que pudieran detenerlo, y voló sobre las copas de los árboles con gran placer. Se creía a salvo y se adentró demasiado, por lo que cuando oyó un ruido se acercó despacio y con curiosidad, en vez de con miedo.

Un murciélago extraño, un poco más pequeño que él, luchaba por arrancar una fruta de su rama. Observó atónito a su congénere mientras lidiaba con la fruta, y pensó que era lo más extraordinario que había visto en su vida. Él y su bandada se alimentaban de insectos; el murciélago que tenía delante, de un precioso color beige y grandes ojos azules, pareció feliz cuando por fin arrancó la fruta roja y pudo hincarle los dientes.

"Qué lindo es... ¡Es como un ángel!"

-Mmm, delicioso... ¡sabía que había elegido bien! Esta manzana es la más jugosa que he probado. ¡Que suerte tuve de volar por aquí!

Crowley oyó eso y se alejó volando despacio, mientras observaba bien el terreno para recordarlo. Tenía que regresar ahí la noche siguiente. Y con un buen regalo de presentación.

Buenos Momentos (GO Drabbles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora