El amor en los tiempos de guerra.

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Aziraphale sufría mucho cada vez que oía las sirenas de alerta de la ciudad: cuando una sonaba era señal inequívoca de que habría bombardeos, dejando tras de sí una estela de muerte y destrucción que le dolía en el alma. Él era solo un ángel, no podía salvarlos a todos aunque quisiera, por lo que cada día le rezaba con fervor a Dios para que iluminara el corazón de las personas y pusiera fin a la guerra. Después de su fallido intento de detener a unos nazis con una agente que resultó ser doble agente, su fe se desmoronó y él también. Un Crowley decidido lo tomó de la mano y lo sacó de allí hasta un refugio secreto, donde lo abrazó y lo confortó todo el tiempo que hizo falta.

-Ya, ángel, no llores. Esto no durará para siempre, ya lo verás.

-Crowley, yo no puedo... si no fuera tan débil, si supiera luchar mejor...

-Tú no estás hecho para luchar, mi amor. Eres suave, gentil y tienes el poder de confortar a estas desdichadas criaturas, y eso es mucho más de lo que yo o cualquiera podría hacer. Tienes que mantenerte fuerte por ellos. Te necesitan.

Zira murmuró algo inentendible y se recostó contra su pecho, sintiendo como poco a poco el calor de Crowley le devolvía algo de sus fuerzas. Todavía se oían las sirenas en la superficie, pero al menos ahora vislumbraba una esperanza nueva. Crowley, besándole delicadamente el pelo, sugirió que se cambiaran de ropa y se acostaran.

-Hemos salido vivos otro día, ángel. Nos merecemos un descanso.

-Crowley, lo siento... por salvarme a mí te quemaste los pies en la iglesia-se disculpó el rubio con pena. Cuando Crowley le devolvió una sonrisa y le besó muy despacio en los labios, supo que todo iría bien. El demonio no estaba enojado.

-No te preocupes por mis pies, sanarán en una noche. Tus libros están a salvo y este refugio tiene una barrera, así que... ¿qué me dices?

Aziraphale asintió y ambos se cambiaron de ropa para acostarse, por primera vez, juntos. Crowley no había imaginado así su primera noche con el ángel, pero estaba bien. Mientras pudiera acariciar su rostro y confortar su bondadosa alma atormentada, estaría bien.

Buenos Momentos (GO Drabbles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora