Un mal día (segunda parte)

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Aunque se había propuesto no emborracharse, se sintió mareado en cuanto pisó la acera del bar y supo que se había excedido. A su lado Beelzebub bebía un whisky tras otro sin parar, y creyó que él podría hacer lo mismo. Craso error. No recordó que los seres demoníacos tenían una fortaleza de la que carecían los ángeles, y era cuerpos a prueba de borracheras. 

En su nebuloso estado no recordaba como regresar al Cielo, y deambuló por las calles a la deriva sintiéndose muy miserable. No solo no había podido olvidar sus problemas sino que ahora tenía otros nuevos, y todo por su culpa. Si alguien lo viera en ese estado sería su ruina...

-Gabriel, ¿estás bien?

-¿Eh?- enfocó los ojos y se dio cuenta que era Aziraphale. Había andado hasta su librería sin notarlo.- ¡Oh, mierda!

-Te ves algo débil-comentó el ángel rubio preocupado.- ¿Por qué no pasas y te preparo un té? Creo que te ayudaría.

-No... no, gracias, no preciso ayuda de nadie-aseguró con petulancia antes de tropezar y caer en los brazos del ángel más estúpidamente bondadoso que hubiera conocido.

-¿Ves como si me necesitas?- rió Zira ayudándolo a entrar.-Vamos, no seas orgulloso y deja que te ayude. Seguramente tú harías lo mismo por mí.

Gabriel lo hubiera dejado caerse de borracho en la calle, pero no lo mencionó. Se sentía confundido y enojado, y que Aziraphale lo tratara con gentileza no ayudaba. Cuando le acercó una manta y una taza de té, no pudo evitar tomarlo del brazo y acercarlo hacia sí.

-¿Qué te propones hacer conmigo? Extorsionarme para no contar que me viste ebrio?

-Claro que no... los ángeles no hacen eso. Iba a ofrecerte pasar la noche aquí, ya que evidentemente no puedes volver al cielo.

Gabriel aflojó la presión con que lo sostenía, pero sin soltarlo del todo. Sintió deseos extraños de acercarse a Zira y agradecerle, pero entonces la puerta se abrió como un vendaval y entró Crowley. El demonio echó un sólo vistazo y tronó:

-¡Quita tus mugrosas manos de mi ángel pero ya!

-¿Crowley? ¿Qué haces aquí?

-Tardabas mucho y vine a buscarte.- Olfateó el aire con disgusto y le echó a Gabriel una mirada de desdén.- Está borracho... no me digas que no llegabas a casa por ayudar a éste!

-No podía dejarlo solo...

-Sí, sí puedes. Tenemos una cita. Deja que el "señor sabelotodo odio a los demonios" se las arregle solo para pasar la resaca.

Tan pronto como llegó se fue con Zira, dejando a Gabriel en la más absoluta confusión. Qué diantres acababa de pasar allí? Y por qué tenía la sensación de que la llegada de Crowley había evitado que cometiera el peor error de su vida?

Buenos Momentos (GO Drabbles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora