Llaves oxidadas

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—No me gustan los policías...

—A mí tampoco me gustan querido, trabajo en esto porque soy buena en lo que hago, si supiera hacer otra cosa renunciaría, pero aprendí que soy muy fuerte...la vida me ha arrojado tantas piedras...he sangrado tanto...

Dió vuelta en una esquina y siguió conduciendo mientras el hombre fijaba su mirada en ella. No le molestaban las miradas, estaba acostumbrada, desde niña todos no hacían más que señalarla sin importar a dónde fuera o lo que hiciera para esconderse, por lo que para ella todo se hizo claro en poco tiempo: llevaría su escondite a todos lados, así no tendría que mirar a los que la miraban.

—Tengo tanta sangre seca sobre mí que las rocas ya nisiquiera se sienten.

—Debe ser duro oler siempre a sangre seca...

—No te han dicho que eres muy gracioso señor Brice?

—Me han dicho que soy guapo...pero gracioso nunca.

—Pues sigue con esa actitud y jamás vas a escucharlo.

El sujeto miró por la ventana sin poder evitar sonreír un poco.
La chica giró de nuevo y se estacionó frente al autoservicio de un local de comida rápida.

-Qué hacemos aquí?

Preguntó él con bastante confusión.

-No es obvio?

Respondió ella pensando que era una mala broma...de nuevo.

-No, no es obvio, creí que íbamos a mover cielo mar y tierra para encontrar a mi Alexander y a tu amiga drogada, y ahora paramos en una fábrica de lonjas?

El comentario hizo que Emma soltara una carcajada sincera y sonora.

-Qué es tan gracioso?

-Eres una vanidosa

Le dijo burlándose de él.

-Emma!

-Ay por favor relájate un poco amiga, sólo es pollo, no te hará mal comer un par de piezas por hoy, vamos dime qué quieres.

-Van a ordenar algo? Se está formando una fila...

Avisó el chico tras la bocina.

-Danos un segundo, mi amiga la vanidosa no sabe qué pedir.

Contestó una risueña Emma.

-Ya basta con eso...

Replicó Brice un tanto irritado.

-Puedo ofrecerles el menú del día si no quieren tardar más...no tendrían que hacerlo de todos modos.

-No lo sé... qué trae?

-Emma sólo pide papas y vámonos, estamos perdiendo tiempo.

-La selección del día es una cubeta grande de piezas de pollo, salsa picante dulce con ajonjolí, una porción de arroz grande, papas a la francesa y una soda gratis.

-Porqué no nos inyectan grasa en las venas directamente?

Susurró de nuevo el gran hombre, resignado y con su cabeza apoyada en el cristal del auto.

-Me gusta la salsa dulce...puedes ponerle mariscos a ese arroz?

Preguntó interesada la mujer al volante.

-Puedo ponerle trozos pequeños de pollo señorita, no vendemos mariscos.

-Bien... diablos... haz eso...queremos dos órdenes, pon todo en una bolsa y llévalo a una mesa, comeremos adentro.

The Bad Guy-One Of A Distopic SeriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora