Ojos que no ven. Alma que observa

110 13 14
                                    

----Narra Sebastian-----

Despierto de buen humor y decido salir un poco antes para comprarle unas flores a Alice, creo que la animarán al menos un poco. Tomo mi café junto a un par de huevos con jamón, me doy un baño y me alisto justo en el tiempo contemplado: Ahora tengo 30 minutos para ir a la florería y seleccionar un ramo con calma.

Me decido por uno variado, tanto en tamaños, tipos y colores de las flores, en primer porque no conozco sus favoritas, y en segunda, porque me recuerda la variedad en sus ojos y su cabello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me decido por uno variado, tanto en tamaños, tipos y colores de las flores, en primer porque no conozco sus favoritas, y en segunda, porque me recuerda la variedad en sus ojos y su cabello.

No puedo evitar sonreír como un bobo mientas las cargo en el camino, recuerdo que la dependienta me ofreció escribir alguna nota en ellas, pero no fui capaz de dar algún mensaje y preferí no agregar la nota.


Llego a la universidad  y me dirijo (como nunca) a la sala de profesores con la esperanza de encontrarla ahí. Desgraciadamente no es así, y en su lugar se encuentra Israel, con un enorme hematoma en el rostro,  y vendajes en la nariz. dirige su mirada a las flores, luego a mí y posteriormente agrega sarcástico.

Israel: No era necesario que me trajeras flores, acepto tus disculpas -quienes no me habían visto, dirigen ahora toda su atención a nuestra conversación-.

Sebastian:  Las flores no son para ti, capullo. Y ¿disculpas? ¡ja!, ¿no deberías tú de disculparte con Alyssa?.

Israel: Yo no me disculpo con  zorras -comienzo a caminar molesto en su dirección, pero Dominike se interpone en mi camino-.

Dominike: Les pediré a todos que mantengamos la compostura, no son las formas, ni el lugar para tener este tipo de conversación. Ante todo el profesionalismo -Israel se burla y se acerca para susurrar a su oído-

Israel: Lo dice la perra borracha, ¡ni puta idea tienes de lo que me hizo este salvaje!.

Dominike palidece ante la evidente amenaza de Israel, de contar que  el rector se  pasó de copas en el evento.

Sebastian: No se tú, pero tengo muchas mejores cosas que hacer que discutir aquí contigo.

Israel: Te daré un consejo, Sebastian. La historia nos ha mostrado infinidad de veces, que no vale la pena comenzar guerras por ningún motivo, en especial por una mujer que no vale la pena.

Sebastian: Yo no estoy haciendo ninguna guerra, niño. Sé bien que no hay que hacerse nunca de enemigos que no estén a la altura del conflicto*. Y sobre si Alyssa vale o no la pena, no eres nadie para juzgar o decidir  sobre ella o ninguna otra mujer -me acerco amenazante  a él- lo que es un hecho, es que de continuar por este camino, podré darme el gusto de elegir cuáles de tus huesos serán los siguientes crujiendo bajo mis manos.

ProfesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora