Parte 5

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Y llegamos a la recepción de la boda. Joe no iba en automóvil, así que como pudimos, metimos a mi abuela y su silla de ruedas, y nos fuimos al lugar. Tenía más espacio, pero no quería llevar a nadie más.

La familia de Ed llegó antes que mi familia, así que mientras esperábamos, recibí los saludos de su parte.

—Querida, no tienes que estar aquí si no quieres —dijo mi ex suegra.

—Descuide, hay que superarlo ya.

—Ella nunca llenará tus zapatos para nosotros.

Se mostraba dura en carácter.

—Kate no es una mala persona, sólo es caprichosa... y se casó con Ed, pese a que está quebrado. 

—Veremos cuánto dura —dijo el padre de Ed.

—Deberían creer un poco más en ellos, ahora son familia —dije, arqueando las cejas.

Ellos no estaban muy convencidos, así que intentaron cambiar el tema.

—Así que, vinieron juntos —dijo la mamá de Ed.

—Sí, ambos somos patéticos en esta boda, así que bailaremos juntos y nos embriagaremos —dijo Joe.

—Se ven lindos juntos —sonrió ella.

—¿Verdad que sí? —rió Joe—, ahora sólo falta que ella se lo crea y todos seremos felices.

Me gustaba su sarcasmo.

Y una vez que llegaron todos, los novios bailaron, brindó todo el mundo, y comenzó la cena. Joe, los padres de Kate y Ed, y yo, estábamos en la mesa con los novios. Ed nos vio riendo con Joe, y preguntó.

—¿Están saliendo o algo así? 

—Pregúntanos cuando estemos borrachos, ahora te mentiríamos —dijo él, mientras cortaba su carne.

Y luego bailamos, y nos embriagamos como dos adolescentes rebeldes y atrevidos. 

Eran las doce de la noche, y mis tacones estaban en mi asiento. Yo bailaba con Joe.

—¿Entonces salimos? —preguntó.

—Dime pros y contras de ti, y podré evaluarlo.

—Pro, estoy soltero y completamente disponible para salir contigo —dijo.

Arqueé las cejas, bebimos tequila, y me reí.

—Pro, sé cocinar.

Pro mental, era guapísimo.

—Pro, soy creativo, y divertido, y soy guapo. 

—¿Y contras? —pregunté.

—No hay contras, soy todo un buen partido.

Le di una sonrisa abierta.

—¿Entonces? ¿Ya pensaste?

—Es un poco repentino —dije.

—Lo sé, pero debo insistir antes de que pienses que soy un acosador.

Di una de mis sonrisas vagas.

—Vámonos de aquí —sonrió.

Y lo pensé bien, ¿Y si esta vez era algo sano?

No perdía nada con intentarlo, ¿Cierto?


Así fue como acabé dejando mi automóvil aparcado frente al lugar de la recepción de la boda, y tomando un taxi sin rumbo.

Te amo, Lauren RosebellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora