Parte 24

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Luego de aquella fiesta, bastante tarde ya, porque los amigos chefs de Joe no se iban jamás, Joe me llevó a la habitación. Nos cepillamos los dientes y me limpió la cara llena de maquillaje, me quitó el vestido para darme el pijama, pero se quedó un montón de tiempo baboseándole a la panza. Al final no me dio el pijama, y comenzó a besarme, hasta que comencé a ponerme coqueta. Sentía que quería tenerlo a toda costa, así que en cuestión de minutos, él ya estaba desnudo, y yo estaba sobre él. Necesitaba sentir placer. Él gemía despacio, así que comencé a intensificar el asunto, hasta que definitivamente no pudo aguantarlo y comenzó a quejarse y decir mi nombre porque quería que me detuviera para no acabar, y eso, señoras y señores, me dio uno de los mejores éxtasis de mi vida, y fue tan absurdamente placentero, que acabé mojando a Joe mientras mis músculos se tensaban. Y luego hice todo otra vez, pero no pude una tercera, estaba algo agotada. De todas formas, Joe acabó luego de que volviera a mojarlo, así que no iba a poder. Por suerte no mojé toda la cama, sólo una esquina de abajo. Joe estaba agitado, me miraba algo sorprendido.

-¿Qué súcubo se metió en tu cuerpo? -preguntó.

Me encogí de hombros, y fui a darme una ducha. Él llegó luego. Al parecer había puesto a lavar la manta que había mojado. Me preocupé de no mojar mi cabello, así podía ir directo a dormir.

Pero fueron sólo patrañas, luego de buscar por mucho rato una posición cómoda en la que podía dormir, acabé saliendo de la habitación. Había una tormenta eléctrica afuera, y sufrí de un terrible insomnio. Joe dormía como tronco, hasta que quizás me buscó para abrazarme, y no me halló. Se levantó, somnoliento. Yo estaba ordenando lo que quedó de la fiesta.

-¿Qué haces?

-No puedo dormir -le dije.

-¿Por qué no me dijiste? Te habría preparado algo -dijo, frotándose los ojos.

-No quería despertarte... es que no puedo dormir de lado, me gusta dormir boca arriba y boca abajo, pero no quiero sentirme mal, ni quiero aplastarla, así que estoy terriblemente incómoda.

Él fue a la cocina a prepararme algo de leche. Aún estaba dudoso con lo que podía comer, así que sólo me daba leche de almendras. Me acarició el cabello mientras estábamos en el sofá y bebía la leche que preparó. No sabía tan bien como la otra, pero logró su objetivo. Joe me llevó a la cama luego, y siguió acariciando entre mi cabello, hasta que me dormí.

Por la mañana, desperté con unas náuseas terribles. Desgraciadamente no logré llegar al baño, pero sí al basurero que Joe tenía junto al espejo. A medias.

Joe despertó exaltado, al parecer lo había asustado con el sonido de mis quejas al vomitar. Él se agachó a mi lado. Me sentía terrible, pensé que iba a vomitar mis intestinos, pero sí estuve cerca, vomité bilis. Era de un color algo oscuro, y era como si pasaran hierro caliente por mi garganta.

Recordé que sólo había comido frutas por la noche. Joe se veía preocupado. Tenía tanto frío.

Luego no tenía nada más que vomitar, pero mi cuerpo seguía intentando. Joe acabó llevándome a urgencias. Fue bastante dramático, pero estaba mal. Me pusieron en una camilla, Joe les dijo que tenía veinte semanas de embarazo casi, y me inyectaron suero para hidratarme. No podían hacer mucho más.

El enfermero fue a chequearme la presión.

-¿Todo está bien? -le pregunté.

-Tienes la presión algo baja, tu esposo me ha dicho que ayer te desmayaste...

-¿Mi bebé está bien?

-Eso es lo que queremos saber.

Él se fue luego de anotar algunas cosas. Joe se veía algo cansado. Intenté dormir un poco más. Cuando desperté, las luces estaban apagadas en la habitación en que yo estaba. Estaba algo oscuro. Me senté con cuidado. La vía que tenía en el brazo estaba vacía.

Te amo, Lauren RosebellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora