XV

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Acomodando su alborotada cabellera rojiza, Grace se miró en el espejo del baño y la melancolía cubría su rostro. Una vez ajustó su sujetador y se colocó su blusa color crema, llevó sus manos sobre su vientre, frotándolas delicadamente contra su piel. Su cabeza empezó a trabajar de manera acelerada y pensando sobre todo lo que acababa de pasar en estos días. Una culpa le invadió, el fallecimiento de la señora Fleck era reciente y ella y Arthur actuaron como si no hubiese importado, también, el hecho de no decir sobre su embarazo comenzaba a inquietarle. Grace tomó asiento en la taza, cerró sus ojos y dejó que la culpa siguiera actuando.

Mientras la pelirroja seguía en el baño, Arthur había terminado los toques de su maquillaje; la cara blanca y la sonrisa roja se vieron acompañadas de una punta de nariz rojiza, unas pequeñas cejas del mismo color y unos triángulos azules por encima y debajo de sus ojos. Todo lucía perfecto. Ese era su verdadero ser. Se alzó de la silla y fue en búsqueda de su revólver, ella no podría faltar a su gran momento. Ya con el arma en mano, Arthur verificó que estuviese cargada y comprobando tal hecho retomó a la habitación y escondió a su amiga, para evitar cualquier interrogatorio por parte de la pelirroja.

Grace tenía sus manos sobre su rostro, las frotó duramente y dejó escapar un jadeo, terminó de vestirse y decidió armarse de valor y hablar de una vez por todas con Arthur. Abrió la puerta, fue a la habitación y encontró a Arthur arreglado y con su fiel cigarro en mano. Este sonrió al verla y ella respondió de la misma manera, se recargó en el marco de la puerta y, sin borrar sus sonrisas, Grace empezó a buscar las palabras correctas para soltar la gran noticia.

—Te ves hermosa —confesó—. Más de lo usual.

—Gracias... —mencionó sorprendida— Veo que terminaste, tú... —alzo una de sus manos y con un giró cerca de su rostro, hacia la referencia a su pintura facial.

—¿Te gusta? —preguntó divertidamente.

—Luce... Luce bien. Es muy diferente a lo que usabas antes... —paró y una nerviosa risita fue su respuesta— No sé si me explico.

—Si —dijo mientras llevaba su cigarro a la boca.

Grace notó que se había colocado un chaleco dorado y su saco, el cual completaba el juego del traje, yacía sobre la silla. Los nervios invadieron a la pelirroja y mientras su cabeza buscaba la mejor manera de decir todo, hubo algo que se lo impidió. Respiró profundo, dejó escapar el aire y dijo lo primero que vino a su mente:

—Arthur, ¿quieres que te acompañe al programa? —preguntó, aún con nervios. Él quitó el cigarro de su boca y le miró—. Para animarte.

—No —respondió de golpe y ella quedó sorprendida—. Quiero que me veas en la televisión y quiero que jamás olvides ese momento, Grace.

Un ligero escalofrío recorrió su cuerpo.

—¿Pero...? —Se detuvo y sacudió su cabeza, analizando lo que había dicho—. ¿No me quieres a tu lado?

Él se levantó, se acercó a ella y la tomó en sus brazos. Ambos se balanceaban con ligereza y Arthur sonrió.

—Siempre quiero que estés conmigo, pero hoy, hoy es algo que debo hacer solo.

La pelirroja frunció su ceño.

—¿Solo? ¿Cómo que solo?

Él sonrió y la besó.

—Ve a casa. Hoy será una noche muy agitada.

Grace parpadeó perpleja, las emociones brotaron en ella y miró a Arthur con una mirada cristalina.

—Arthur —llamó entrecortada, le abrazó y recargó su cabeza en su pecho—. Por favor, cuídate. Las cosas allá afuera se han vuelto locas, todo el mundo se ha vuelto loco y...

Joker: A Fair Lady.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora