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La midgardiana no pasa una buena noche, luego de la cena multitudinaria a la que Odin nos tiene acostumbrados, Thor desaparece detrás de las bailarinas contratadas para amenizar el ambiente. Por más que lo buscamos (o fingimos hacerlo), ni los cortesanos obligados ni yo, tenemos suerte.

Una visita a Heimdall a estas horas no es prudente pero la midgardiana la necesita, no puede echarse a dormir sin saber a qué se dedica con tanto ahínco su prometido. Mientras la espero, guarda un cuaderno de notas dentro de un baúl junto a sus pertenencias y salimos al Observatorio. Lo más probable es que Heimdall le mienta que Thor duerme, ebrio y desnudo y completamente solo en algun páramo asgardiano para que ella desista de continuar la búsqueda.

Heimdall evitará decirle la verdad y ver mutar su expresión de preocupación en tristeza y desengaño. Es un guardián muy sensible cuando se trata de romper el corazón de las niñas menores de quinientos años. Nos ve llegar, camuflado en su orbe dorada y frunce el entrecejo porque es lo único que deja a la vista con ese casco extraño que Eitri ha forjado para él.

- Buenas noches, Guardián, venimos expresamente a preguntarte por la ubicación actual de Thor.

Heimdall se acerca a mí, moviendo apenas los labios para que ella no pueda entender lo que me dice.

- Tú sabes dónde está Thor, Loki.

Oh, Heimdall, Heimdall.

- ¿Querías que la llevara hasta allí y viera al cerdo de su prometido revolcarse con desconocidas?

- ¿No hubiera sido más fácil así, según los intereses de la reina?

- ¿Has estado de impertinente otra vez escuchando nuestras conversaciones, Guardián? Sabes qué hubiera pasado, él se habría disculpado, la habría convencido de permanecer en Asgard y se habría esmerado en complacerla para convencerla de que solo tiene ojos para ella. Y ambos sabemos que eso no es verdad.

La midgardiana nos ve debatir de lejos y se acerca con paso seguro, interesada en nuestra conversación. Pregunta nuevamente por Thor porque a pesar de todas las evidencias físicas que demuestran lo mal que congenian, sigue interesada en él.

- Thor ha sido llamado para ayudar a Vanaheim en un asunto extraoficial, lady Jane, nada que en un par de horas no solucione. Lamento que haya tenido que venir hasta aquí para nada.

- No te lamentes tan pronto, Guardián, después de todo el Bifrost es uno de los atractivos turísticos más solicitados por los visitantes. ¿Sabías que la midgardiana es astrofísica?

- Sabía.

- Esto es, ella puede ver las estrellas usando un telescopio. Debe estudiarlas a gran distancia sin poder nunca acercarse a ellas, me parece un trabajo de poco provecho. Solo teórico, no tiene forma práctica de comprobar sus hipótesis.

- Perecería si lo intentara, ni yo mismo, con todos mis dones, sería capaz de acercarme siquiera a mil kilómetros de una estrella.

La midgardiana levanta la mano para hacer una pregunta a Heimdall. No estamos en la escuela, mortal, te pasas.

- ¿Alguna vez algún asteroide amenazó con impactar sobre Asgard?

- Si, hace más de diez mil años. Avisé a tiempo, Padre de todo montó sobre un pegaso y se dirigió raudamente hacia él, lo bateó y terminó estrellado contra Midgard.

- Eso fue antes de Sleipnir, claro está, ahora no sale a ningún lado sin él. Ha intentado obtener descendencia suya pero Sleipnir se ha rehusado.

- ¿Sleipnir?

- Mi hijo.

- ¿Tienes un hijo, Loki?

- Es lo que acabo de decir.

- Me gustaría conocerlo.

- Lo harás.

Ella tiene más preguntas para Heimdall y él tiene todas las respuestas. Pasa de hablar sobre la forma en que los nueve mundos están conectados más allá del plano físico hasta llegar al espacio infinito y lo que ocurre en él, se interesa en el poder sin límites del Guardián, en la fuerza empleada por el Mjolnir para cambiar la órbita de un planeta, en los grados de calor necesarios para fundir un núcleo o varios y lograr un nuevo Big Bang como una onda expansiva capaz de comprimir el universo hasta el tamaño de una nuez.

Creo que está enloqueciendo de conocimiento, se lo hago ver pero su terquedad es más fuerte y continúa motivada por la convicción con que Heimdall responde todo.

- Es muy tarde, ya debes descansar. Los midgardianos pequeños como tú son muy débiles. ¿Tienes frío?

Lo tiene en efecto, junto al mar helado sobre el cual se encuentra el Observatorio es más fácil morir de hipotermia. Se despide atentamente del Guardián, impasible ante la dulzura de sus palabras y aquel me observa con recelo, seguro de lo que está despertando.

Despertando en mi.

..........

Cuando nos regresamos, casi cae del corcel por el sueño que la embarga, es más sencillo entonces llevarla sobre mi montura. Es solo por eso, por su seguridad. Si cayera en la frenética carrera podría romperse un hueso y retrasar su partida de Asgard, si cayera por el Bifrost y muriera, sería un pena para la ciencia de Midgard.

¿La lloraría Thor? Es una buena pregunta, yo no lo creo.

En el establo, donde entrego los caballos a un guardia me entero que Sleipnir ha vuelto a escapar para retozar con las yeguas salvajes que lo esperan en los campos más allá del bosque. Ya regresará ese traidor.

- Buenas noches, midgardiana. Si necesitas algo solo llamame.

- ¿A tí? ¿Cómo? ¿Hay un teléfono aquí?

- Sólo di mi nombre una vez y yo vendré. Solo hazlo

El favorito de Jane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora