Hwasa

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—Entonces creo que todo este extraño embrollo se resume en que me gusta Wheein

—Entonces lo homosexual es de familia —Respondió su madre.

—¡Mamá!

—Hyejin, bebé. No tienes de qué avergonzarte, después de todo no eres  BM

BM entró al cuarto de Hwasa.

—Tía, escuché eso

La madre de Hwasa le hizo una señal para que cerrara la puerta.

—BM, nunca me voy a sacar esa imagen de la cabeza, fue simplemente perturbador ver tu traserito de puberto moviéndose adelante y atrás sobre el de tu novio J.Seph— La madre de Hwasa se puso una mano en la frente—Gracias a dios que no entré por la puerta trasera de la cocina, habría visto sus caras

BM salió completamente sonrojado del cuarto de Hwasa.

—Iugh

—Eso mismo digo, hija. Al menos no me enteré de esa forma espantosa... Otra vez

Hwasa se sentía extraña, no era la primera vez que sentía algo por alguien, pero sí era la primera vez que sentía que era importante. Wheein no solo le gustaba, la atraía como la tierra a todo lo que está cerca, se sentía como satélite en órbita.

Realmente no tenía mucha idea de qué hacer, así que primero le preguntó a su primo. Luego recordó que su primo realmente no sabe mucho sobre mujeres así que optó por preguntarle a su madre y su madre le dijo:

—Quiero ver su rostro, necesito saber con qué estoy tratando 

Estuvo, bien, algo así. Su mamá se quedó pegada a la pantalla del teléfono (Había fotografiado a Wheein mientras arreglaba sus cosas, más que nada porque amó su cabello y cómo se veía más madura y elegante, adoraba a la Wheein tierna, pero esta también le gustaba) Conversaron sobre métodos anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual, de cómo Hwasa debía dejar de lado un poco la brutalidad de su personalidad increíblemente dominante y centrarse en las cosas dulces que existen en si misma. Hwasa comenzó un proceso de autoexploración de su personalidad. 

Era una rebelde ¿Por qué? Porque el mundo no era un lugar lindo, no para las mujeres, no para ella. Hwasa decidía si seguía las reglas o no, hacía lo que podía para no ganarse problemas grandes, pero tampoco se esforzaba por evitar los pequeños, le gustaban los problemas ¿Por qué le agradaban tanto los problemas? Quizá no le agradaban los problemas, pero los necesitaba ¿Cómo alguien podría vivir sin ellos? Pensaba. Hwasa de pronto comenzó a tener muchas dudas sobre si misma.

Al día siguiente se encontró con Wheein en el pasillo a la entrada de su salón, prácticamente chocaron de frente porque una iba entrando y la otra saliendo.

—Oh, lo siento, en serio. Iba al baño, no fue mi intención ¿Estás bien? ¿Te hice daño?— A Hwasa le parecía que Wheein estaba haciendo demasiadas preguntas ¿Por qué ella era tan cortés? ¿Por qué se preocupa y se justifica tanto? Las dudas la comenzaron a invadir.

—Estoy bien... Buen día Wheein, me gusta tu cabello —Lo último se le salió, no estaba en sus planes halagarla. simplemente lo hizo y no se sintió mal ni avergonzada por hacerlo, lo hizo porque lo sintió natural y eso logró sacarle una sonrisa espontánea que al parecer calmó a Wheein.

Separaron sus caminos y Hwasa se sentía relajada con el asunto, se exploraba a si misma a través de las cosas que la hacía sentir Wheein, realmente nunca había experimentado algo así de intenso, decidió que le gustaba la sensación.

Las clases continuaron y veía con atención cómo su primo le hacía trenzas a su novio (que se sentaba justo frente a él) y le dejaba pequeños besos en los hombros y la nuca. Le pareció raro y se contuvo para decir que era extremadamente gay y que no tenía remedio. 

¿Por que? Bueno, cuando miró de reojo a Wheein, quiso hacer lo mismo.

Le pidió a la chica que estaba detrás de Wheein que le cambiara el asiento, la convenció silenciosamente de que se veía mejor desde el suyo, aunque no parecía necesario. 

Hwasa miró con atención desde atrás de Wheein cómo unos segundos después de sentarse detrás de ella. Muy oportunamente, Wheein movió la cabeza en todas direcciones como buscando algo, tal vez no era nada, pero era el momento perfecto para llamar su atención.

Puso sus manos sobre los hombros de Wheein y las deslizó suavemente hacia el mentón, quería girarla para verla de frente.

—Aquí estoy —Dijo— ¿Me estabas buscando?

Wheein parecía ponerse nerviosa, agitó la cabeza bruscamente en señal de negación.

—Buscaba el basurero —Se excusó Wheein, Hwasa lo supo de inmediato y se sintió esperanzada.

—¿Ese que está en la misma esquina del salón como todos los días? Claro, por supuesto —Hwasa le sonrió muy de cerca a su rostro— ¿Quieres botar algo? Yo justo voy para allá, tremenda coincidencia 

Wheein se terminó su caja de leche sin dejar de mirar a Hwasa y se la pasó.

—Tenía mucha sed —Dijo.

—Esa caja estaba aparentemente llena 

—Era muy buena leche, de soja 

—Ya veo —Hwasa se levantó de su asiento y fue a botar la caja de leche.

—Momento ¿Tú no ibas a botar algo también?

Hwasa le sonrió  y le acarició el cabello.

—Lo hice, boté la barrera entre nosotras 

Eso inmediatamente hizo sonreír a Wheein, Hwasa decidió que adoraba esa sonrisa.

—¿Cómo te va con tu segunda madre? —Le preguntó Hwasa, para entablar conversación nuevamente.

—¿Segunda madre? —Preguntó Wheein.

—La maestra Kim YongSun—Respondió Hwasa.

—Ah, nos vamos a mudar con ella al final de este mes, ya están casi listo los planes para el matrimonio y mi herencia— Dijo Wheein con naturalidad.

Hwasa puso una cara de impacto memorable.

—¿En serio?—Preguntó.

—No —Respondió Wheein— No me preguntes esas cosas, no somos tan amigas 

Y lo arruinó, no logró entablar conversación exitosamente con Wheein. Pero oye, tampoco era conocida por echarse a morir y rendirse en el primer intento.

Hwasa movió su silla y la pegó a la de Wheein, ahora las dos compartían la misma mesita y sus brazos y piernas chocaban.

—Pero quiero serlo, Wheein, quiero ser tu amiga. Me agradas y me llamas mucho la atención 

—¿Me dices rara?

—Sí y ser rara no es malo, aquí todos lo somos. Ser raro solo significa que no eres parte del común de la gente —Ese comentario pareció agradarle a Wheein.

—¿Qué quieres saber? —Preguntó.

—Todo— Respondió Hwasa— Quiero ser tu amiga 

Wheein exhaló y sonrió también,  Hwasa no sentía que esa sonrisa pudiera cansarla.

—Entonces... Todo 

—A su tiempo 

—Gracias 

—De nada, amiga 

No hay treguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora