Capítulo XXXVI

15 1 0
                                    

ALESKA

Gadiel me miró fijamente y continuó diciendo.

-Por otro lado, se que lo lógico es pensar que el que murió en el sótano de esta casa era mi padre. — Pausa. —Pero no.

Fruncí el ceño.

- ¿A qué te refieres?

Gadiel sonrió al ver mi cara de confusión. — El que murió aquí era mi tío, a papá lo mataron hace un año aproximadamente. Theodore y tú.

¿Que mierda...?

— No lo recuerdas, tu hermano tampoco lo recordaba. No sé por qué no recuerdan eso pero te refrescare la memoria. Cuando Theo y tu mataron a nuestro padre, enseguida su hermano tomó el puesto como nuestro padre, bueno, padre de Damián porque prácticamente ya yo no era parte de esa familia. Todo paso a manos de mi tío, dinero, negocios, cuentas de banco, todo. Incluso mi mamá —hizo una pausa, se notaba que el tema era delicado para el — Y yo, maté a mi tío, aquí en tu casa.

-Esto es demasiada información — murmuré pasando una mano por mi cara, mi cabeza dolía como nunca

— Lo se, pero eso no es lo más importante.

— ¿Hay más? Me tienes que estar jodiendo Gadiel —le respondí con todas las fuerzas de lo quedaba de mi corazón mientras lagrimas espesas corrían por mis mejillas.

— Si, tiene que ver co- —No terminó la frase, se volteó hasta la esquina de la habitación horrorizado como si hubiera visto un fantasma. Inmediatamente empecé a sentir que el dolor en mi cabeza se hacía más y más potente. No tenía fuerza suficiente para taparme los oídos con mis manos. No podía cerrar los ojos. Algo muy fuerte estaba batallando conmigo.

— Mi princesa. — la voz oscura de esos ojos amarillos estaba entrando en mi cabeza en forma de susurro. No podía batallar contra él, solo seguía atormentandome.

Logre cerrar mis ojos y pude sentir las manos de alguien tocarme. No se trataba de Gadiel, los dedos que me tocaban eran muchísimo más gruesos y rígidos. Provocó un escalofrío en mi inmediato con el toque.

Intentaba mover mis manos para asegurarme de que Gadiel siguiera conmigo, y ahí estaba. Pude tocar su pierna y me dio la seguridad que necesitaba.

Queria gritar su nombre para que me ayudara pero abría la boca y las palabras no me salían. Todo estaba siendo demasiado extraño para mi.

— Suficiente. —la voz dentro de mi cabeza habló y cuando terminó pude abrir mis ojos de nuevo y recuperar toda la fuerza que se me había esfumado.

Al abrir los ojos me di cuenta de las luces apagadas y el brillo de esos ojos amarillos con esclera roja estaban en la esquina de mi habitación. Como hace unas horas.

— Gadiel. —tome su mano con fuerza haciendo presión sobre mi pecho. — No me dejes sola, nunca.

Mis palabras entraron por un oído y salieron por el otro. Parecía que no podía escucharme, solo estaba mirando horrorizado a esos ojos amarillos.

— Es divertido verte suplicar por ayuda. —los ojos amarillos que me estaban atormentando decidieron tener boca y hablar. — Estas pagando por todo lo que hiciste junto con tu hermanito.

— Oh por favor. No te voy a negar que he disfrutado muchas veces de torturar a otras personas, pero me tratas como si hubiese matado al mismísimo Jesucristo. — Palabras salieron de mi boca con una seguridad que hasta yo misma desconocía de mi.

Una sonrisa se formó en sus labios.

— Me encanta cuando eres así. Pero ya me he divertido mucho por hoy. Te toca a ti. — Cerro los ojos haciendo que la habitación quedara completamente a oscuras con un Gadiel inmóvil al lado de mi.

- PSYCHO. [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora