Capítulo XXX

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THEODORE

Estaba parado frente del cuerpo sin vida del padre de Damián. No me impresionaba ni me revolvía el estómago el hecho de tener un cadáver frente a mi. Me sacaba de quicio que era la única forma de obtener información acerca de Papá y de a quienes más teniamos que matar para asegurar nuestras vidas y ahora se encontraba muerto.

Por obra y gracia del espíritu santo. Muerto.

Sospeché de Gadiel, pero cuando la electricidad volvió, el estaba parado justo donde lo había visto por última vez. Sin embargo, en el secuestro desapareció como un jodido ninja, nada me aseguraba que el no lo pudiera hacer de nuevo. Algo en mi me decía que el no era alguien de fiar y que muy probablemente había matado al Sr. Mouskori.

Tomé mis cosas y sali del sótano fatigado. La rabia me estaba comiendo por dentro y el hecho de no tener ninguna droga no ayudaba a controlarme.

Podía sentir como mi corazón se aceleraba.

Mis manos temblaban y empezaban a sudar.

Sentía que me ahogaba a medida que mi respiración se hacía más y más rápida. Agitada.

Sentía que me iba a morir. Tenia pánico de cada sonido que escuchaba. Me sentía vulnerable y me estaba dando miedo.

Mi mente proceso toda la información. Me estaba dando un ataque de ansiedad.

Demasiado tarde.

Caí al suelo.

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Desperté en mi cama con una camisa de Carter puesta, mi respiración se aceleró pero la controle poniéndome la mano en mi muñeca sintiéndome el pulso.

Al estar tranquilo mire hacia el reloj de la pared.

9:24 p.m.

— Mierda. —gruñi y me levanté de la cama para dirigirme afuera, sentí algo pesado en mi pie que no me dejaba continuar mi camino. Me giré. — No puede ser. — Me habían encadenado el pie a la pata de la cama. La cadena no era muy larga y no podía ni siquiera acercarme al baño.

Carter.

— CARTEER. —grité despertando toda la furia que había en mi interior que había pensado que se había esfumado. Senti pasos venir hacia la puerta y abrirse. Un sonriente Carter apareció.

— Hola mi amor. —me dijo con un tono burlón.

— Sueltame ahora mismo. No estoy de ánimos.

— ¿Y si no qué?

— Pues busco la manera de salir de aquí así tenga que arrastrar la jodida cama conmigo.

Se acercó a mi.

— ¿Me vas a decir que no te gusta estar atado? Se que estas disfrutando esto incluso más que yo.

— N-no. —solté tartamudeando. — Si, si me gusta pero lo único que quiero ahora es estar solo.

— Pues que lastima, ahora que estás oficialmente conmigo. Jamás te dejaré solo. —sentí como dejaba varios besos en mi cuello provocando automáticamente que cerrara los ojos.

Solté un pequeño gemido.

— N-no. Ah-ahora no. —Me aparté. Acto que solo hizo que se acercara más a mi.

— Dime que no me deseas y paro.

Lo miré a los ojos.

— Te deseo, te deseo con cada parte de mi.

- PSYCHO. [✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora