●Primer libro de la trilogía Ángeles y Demonios●
¿Te has preguntado alguna vez si es posible la existencia de un cielo?
¿Y de un infierno?
Nunca creerías que son reales si te lo dijera.
Megan tampoco lo creyó cuando descubrió que su vida y su pasad...
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Despierto al escuchar tres golpes en la puerta.
—Megan, hoy es tú primer día de entrenamiento. —la voz de Natalie.
Presiento que esto se va a convertir en una rutina.
—Ya voy. —grito.
Recuerdo el horrible sueño. ¿Por qué sigue apareciendo Payton?, ¿cómo es que pude ver su recuerdo?, ¿serán realmente sueños?, todo esto me confunde.
Salgo encontrando a Natalie esperando con una enorme sonrisa. Hace una pequeña reverencia.
—Buenos días Megan, paso a informarte que, teniendo en cuenta la manera en la que ven el tiempo en el plano terrenal, el desayuno es a las 8. —observa el reloj flotante en su muñeca. —De hecho, es en un par de minutos. El almuerzo a las 12:00, si sueles merendar, a las 16:00 y la cena a las 20:00. —¿cómo funcionará el tiempo aquí? —¿Te explicaron que aquí el tiempo pasa más lento?
Mierda, no. Nadie se preocupo en mencionarlo.
—No, nadie me lo dijo.
—Bien, 7 días en la tierra equivalen a 1 día aquí. —me dice.
—¡¿Qué?!
Es decir que pasaré 1 semana entera aquí arriba, pero en realidad equivale a 49 días. Si me hubieran dicho esto antes no habría venido a cumplir un maldito cargo como jefa.
Subimos al piso de arriba y Natalie me dirige hacía una puerta cerrada, dentro se escuchan quejidos y el ruido de una cadena.
—Él ya no es un ángel, debes tener cuidado.
—¿Y por qué sigue aquí? —pregunto.
—Tú abuela lo consideró indefenso, además de que nadie enseñaba tan bien como él.
—¿Por qué lo exiliaron? —me atrevo a preguntar.
—Intentaba seducir a las ángeles y tenía relaciones con ellas.
—¿Significa que es un ángel caído? —pregunto.
—Sí, el único que hay y que va a haber en toda la historia. No se nos permite dejar a los caídos volver, pero tú abuela tomo la decisión luego de saber sobre ti, necesitaba alguien que te enseñará a luchar.
—Pero imagino que existen ángeles que pueden hacerlo, si no se les permite no deberían de romper las reglas por mi aprendizaje.
—Créeme que nadie enseña tan bien como Greyson, necesitábamos la aprobación de un solo Arcángel para dejarlo volver. Miguel estuvo de acuerdo cuando vio su capacidad de lucha. Le realizó un par de pruebas y una semana antes de tu llegada, lo trajo aquí. —observa su reloj, como si fuera un habito hacerlo cada dos minutos.
—Bueno, me temo que tengo cosas que hacer, te dejo. Mucha suerte. —se marcha rápidamente.
Imaginaba un lugar repleto de elementos de lucha, pero al entrar solo me encuentro con un bolsa de boxeo, una repisa con espadas, un banco de madera y una tenue luz blanca. Un muchacho de pelo castaño oscuro y ojos café golpea la bolsa con cierta técnica notable. Al verme deja de lo que esta haciendo y me sonríe. No lleva más que unos shorts deportivos y unas zapatillas.