05

434 26 4
                                    

(○●○●)

05 | Ataques de pánico y ansiedad

Todo en sí iba a la perfección. Trataba al máximo ser la invisible y pasar por desapercibido ante los ojos de cualquiera. Como siempre, la más callada y la más inteligente del salón.

Las asignaturas -a pesar de estar atrasada- las entendía muy bien. Me parecía bastante fácil lo que los maestros hablaban y explicaban. Muchos de mis compañeros tienen ese problema de no entender a la primera.

En la mesita de estudio, en la habitación de Emma, me encontraba desarrollando varias tareas pendientes para la siguiente semana. Prefiero hacer los deberes ya que esperar al último momento.

Emma, por su parte, prefería divertirse ahora y dejar sus trabajos por la noche; trasnochándose y estresándose en estudiar.

Mi prima y yo somos muy distintas, a pesar de que tenemos tantas cosas en común y que nos llevamos genial; su personalidad es opuesta a la mía. Ella, a simple vista, es llamativa, alegre y dispuesta a ser la animadora del grupo, yo por el contrario, soy la más tímida, la que prefiere estar callada y encogerme o esconderme de las demás personas.

Suspiro y dejo caer el lápiz en la mesita cuando volvieron a llegar los nervios. Mi corazón se empezó a desenfrenar, mi pecho se comprimía y dolía al respirar, no obstante, mis inhalaciones y exhalaciones eran pesadas y un poco rápidas. Mis manos empezaron a temblar y mis ganas de llorar a gritos estaban comprimidas al morderme el labio.

Me levanté tambaleando y caminé a paso rápido a la mochilita donde tengo mis medicamentos para el ataque de ansiedad.

Con mis manos como si tuviera hipotermia, rebusco; me comienzo a desesperar cuando no encuentro el medicamento. Mi ansiedad aumenta y estoy que no aguanto, que pronto mis piernas flaquearán y caeré al piso, empezando a convulsionar.

Por fin encuentro las pastillas al fondo. Corro directo a la botella de agua que está al lado de la mesita; mis pies se tropiezan y caigo. Con el temblor en mi cuerpo entero, me siento y alcanzo la botella, la abro con dificultad; saco dos pastillas y las introduzco en mi boca, con la ayuda del agua, éstas bajan por mi tráquea.

Me apoyo en la pared y cierro los ojos, a la espera del efecto de la medicina. A pesar de todo esto, detesto ingerirla; puesto que de por sí, sí ayuda a calmarme pero trae los efectos secundarios y son los que más detesto.

Trago saliva y empiezo a respirar como mi psicóloga me había enseñado para calmar los nervios en un ataque como éstos. Empiezo a contar números en mi cabeza y a concentrarme en éstos mismos y no en lo que siento. Relajo mis manos poco a poco junto con mi cuerpo.

Ya cuando siento que todo está bien, abro los ojos, mirando alrededor con tranquilidad. Suspiro de nuevo; con mis manos, me apoyo en la mesita y empiezo a levantarme. Se me dificulta, pero logro hacerlo.

Dejo caer mi cabeza hacia adelante mientras mis manos apoyan mi cuerpo inclinado. Mi cabeza da vueltas.

Al rato, la puerta se abre, dejando ver una cabellera rubia con un conjunto de rayas blancas y azules entrar a la habitación.

—Lau... ¿Estás bien? —desde mi garganta, hago un sonido afirmativo. No quiero hablar. Me enoja hablar -efecto secundario-— Vamos a bajar, ya la cena está lista.

No tengo hambre, mi barriga está revuelta y no me apetece comer en estos momentos. Niego ante lo que ella dice. Emma, como mi prima, muy bien sabe y está al tanto de lo que me pasa, y, al verme de tal manera no duda en acercarse y darme un abrazo de costado. Besa mi sien.

Mi hermosa nerd [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora