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15| Un dilema interno.

Todo lo que tiene que ver con una persona popular, cada cosa que haga o no siempre será cuestión de chismes. Una voz a voz que muchas veces no dura mucho.

Apenas y pude dormir la noche anterior y todas del fin de semana después de esa fiesta. Ni siquiera la pastilla que me obligo en no tomar a menudo para caer en sueño funcionó. Mis parpados pesan y mi estado de animo está más caído que nunca; un desaliento tan potente que siento que en algún momento caeré.

Emma había salido corriendo hacia un salón donde había dejado unos apuntes que necesitaba ahora a primera hora, dejándome sola en medio del pasillo lleno de gente hablando.

Fue entonces, donde mis oídos captaron la información que menos deseaba escuchar.

"Joshua con una nueva chica en la fiesta". "Estuvieron todo el tiempo juntos y a oscuras".

—Es que de verdad. Los vi juntos atrás de la fachada, recostados en la pared.

—Ella es de lentes.

—Y la hizo llorar porque en un momento ella cayó al suelo, parecía como si se estuviera ahogando. Luego se levantó y se fue. De seguro pensó que Joshua estaría con ella, pero no es así —fuertes carcajadas.

—Pobre ilusa. Él es buena persona, tal vez se confundió de que la estaba cortejando— risas y más risas.

—¿Pero saben quién es?

—La verdad es que no tengo ni idea. Tal vez sea de otro instituto o sea nueva o quien sabe. No ando pendiente de la gente que ni me interesa —responde una con tono asqueado.

Bajo mi rostro, pasando por el lado del grupo que ni cuenta se dieron de mi presencia. Gracias al cielo.

Sé perfectamente que nadie sabe quién esa muchacha ilusa que hizo un drama al ser supuestamente rechazada por un hombre guapo en esa fiesta; no obstante, mi propia mente se imagina que todos en el instituto me ven, burlándose de esa mentira.

Mi pecho se oprime, pidiendo aire. Saco mi inhalador para dar unas caladas e ir directo a mi salón de clase, donde me refugio en un rincón a espera del maestro.

Biología, estudiando por milésima vez las leyes de Mendel y toda su red de posibilidades que tiene. Mi cabeza ya dolía, sentía que estaba a punto de explotar por la presión que yo misma me meto. Por sé que lo hago y no soy capaz de no hacerlo. Me hiero yo misma siendo incapaz de dejarlo, sabiendo que me hace daño. Presiento que soy masoquista.

El resto de horas fueron iguales. Menos mal que francés no me toca el día de hoy. Ganas de ver al: aguas profundas, no tengo para nada.

A la hora del descanso, agarro una manzana para comerla. Porque ni desayuno comí.

Ellie llegó a mi lado después de haber ido a la sala de profesores para entregar una tarea que tenía atrasada unos días. Ella trae en sus brazos dos paquetes de patatas de limón y pimienta y una gaseosa.

Se sentó frente a mí, con la boca llena gracias a una galleta —¿Quieres?

Niego, agradeciéndole su oferta. Ella me mira con la frente un poco arrugada— No tengo apetito. Solo es eso, no te preocupes.

Ella asiente, un poco insegura de mis palabras. No tarda en contarme sobre su mañana y sobre el fin de semana.

Sobre la fiesta. Ellie había llegado un poco tarde a la hora acordada que se había impuesto gracias a una discusión que tuvo con su vecino por haberle hecho zancadilla y partirle el tacón de su calzado.

Mi hermosa nerd [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora