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13| Lauren irá, no se preocupen 

Como si fuese un golpe de la realidad, mi cuerpo se tensa cuando oigo la ya conocida voz masculina diciéndole a mi compañera de asiento que se levantase y cambiase de puesto con el de él.

Volteo a ver la escena con los ojos abiertos de la sorpresa; casi anonada de ver a Joshua sonreírle de una manera coqueta hacia la chica que no dudó en levantarse, embobada.

El trasero de Joshua se aplasta en el asiento que aparentemente se volverá de él. Sigo sus movimientos sin poder creérmelo de que comparta clase de francés consigo.

—¡Hola! —sonríe, como si le gustase mi presencia. Yo asiento, apartando la mirada para posarla en el panorama que se ve tras la ventana, incómoda—. A partir de hoy, seré tu compañero de asiento. Espero que nos llevemos bien.

No. No quiero eso, quiero que te alejes, por favor.

Muerdo mi labio, evitando soltar lo que mis pensamientos gritan.

Tomo una fuerte inhalada al sentir como su mirada no se aparta de mí, estoy tan terriblemente incómoda que ni sé cómo se respira ya. ¿Era por la nariz?

Durante todo el resto de la clase, no pude estar al tanto porque mi rabillo del ojo captaba cada movimiento de él.

—¿Sabes hablar bien el francés? —pregunta. Yo niego. Sé que hablo un poco más de lo básico, puedo defenderme; mas no hablarlo fluidamente—. Anota lo que diré; el francés es mi segunda lengua —sonríe, encantado. Esta vez captó totalmente mi atención.

—Que bien —digo casi inaudible por los suaves titubeos que me dan al hablar con desconocidos, y más con alguien con un rostro como si lo hubiese tallado el dios Adonis.

—¿Qué idiomas hablas? —preguntó en un susurro, para que la maestra no oyese lo que decía.

—Aduras penas sé el Inglés, que es mi lengua materna —suelto. Noté como sonreía divertido, como si no saber otros idiomas fuese gracioso.

—Pues, ¿quieres que te enseñe Francés y Español? Mi padre es de España —comenta, contento.

¿Es trilingüe? Vaya sorpresa.

No digo nada, porque siendo sincera, por más que me llame la atención aprender otro idioma, no quiero que sea él el que ocupe el puesto de enseñarme.

—Joven Brey, ¿algo para decir? —habla la maestra, llamando nuestra atención.

—Para nada miss, le estaba explicando a mi compañera la palabra que no entendía —le contesta con una francés perfecto. Su voz... si es sensual cuando habla el inglés, con el francés es el doble. Trago grueso, avergonzada.

—Pues me hubieses preguntado, señorita Clayton. Para eso estoy aquí —muevo mi cabeza en un asentimiento, con mi rostro rojo cual tomate al notar las miradas de los demás posarse en mí. Bajo la mirada, y juego con los dedos de mis manos entre sí, acto para calmar la ansiedad que toda esta situación me provoca —¿Me has entendido?

—Sí señora —contesté en un bisbiseo tan bajo que ni Joshua fue capaz de escucharlo. La mirada fija de la profesora me hace querer ahogarme con mi propia saliva.

—Está mal de la garganta, miss. No la juzgue —¿por qué miente? No, eso no, ¿por qué me ayuda?

Una vez que la mujer hubiese dado la media vuelta, dando la espalda. Volteo a ver con recelo a Joshua, cuestionándolo con la mirada del por qué me ayudó.

—De nada. Y... me debes una —es lo que dice bajo un guiño de ojo que me dislocó por unos segundos.

¿Y este confianzudo?

Mi hermosa nerd [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora