Y fui perdiendo el interés sobre lo que antes me emocionaba, las juntas con mis amigos ya no eran como antes, no las disfrutaba, reía, pero por dentro me sentía pésimo. Me preguntaban que si estaba triste, pero no sabía ni cómo responder, lo estaba, claro que lo estaba. En mi corazón sentía una opresión agobiante.