Pasé años de mi niñez rogando jugar con ellos. Años en los cuales me entristecía que dijeran que estaban cansados o que no tenían tiempo, y me lo posponían hasta el punto de nunca hacer nada. Ahora que ya he crecido, ahora que ya me aburre y molesta el simple hecho de estar con ellos vienen ante mí pidiéndome cumplir aquellos deseos de infante que tenía, ahora que soy yo la que se niega, ¿soy la mala de la historia? Menuda hipocresía, no comprenden que ya es tarde, que ya no los quiero buscar, que mi mundo se basa en algo más.