El reloj parece haberse atascado en un preciso momento para alargar aún más mi martirio, mi sufrimiento. No puedo ni expresar el desencanto que me causa que las horas sean incapaces de avanzar con velocidad, pese a las innumerables distracciones que utilizo. Es una especie de suplicio, una espera desesperante, un vil castigo impuesto por el espacio-tiempo.