Capítulo cinco

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Al llegar a la ciudad, el joven se bajó y le dio las gracias al desconocido, ninguno intercambió el nombre por seguridad del otro. Shiom se despidió y le dio gracias mientras, a regañadientes del señor, le dejaba un par de monedas al lado de él. El dragón siempre se había acostumbrado a pagar por ese tipo de cosas, pero había personas que no aceptaban los pagos por estas acciones, esa era la clase de adulto que Shiom quería volverse.

A diferencia de su pueblo, que es bastante pequeño, la ciudad tenía una cara llena de vida que dejó asombrado al joven. Las casas eran más altas que allá, había unas que llegaban a tener cuatro pisos. Shiom no se explicaba cómo podían crear algo de ese estilo. Él estaba acostumbrado a que la iglesia fuera el edificio más alto, pero esta vez no era así. No lograba divisarla por ningún lado. Suspiró, sonrió y comenzó a caminar. Los niños caminaban junto a sus padres, agarrados de las manos, y miraban por las ventanas de las tiendas. Mujeres comían postres junto a hombres sin mostrar ningún pudor. Shiom se asombró mucho de eso, estaba acostumbrado a ver parejas, pero no a que se dieran besos en un lugar público. Es cierto que su padre le había contado una vez que la ciudad y el pueblo eran dos cosas diferentes, pero no había pensado que podían a llegar a serlo tanto.

El olor de panes recién salidos del horno le llegaron hasta su nariz, haciendo que su estómago rugiera un poco. Sacó el reloj de bolsillo y vio la hora: Seis de la tarde. ¿Qué tanto se había demorado en el bosque? Y lo más importante, ¿cómo había tardado menos de dos horas cruzando el bosque? ¿Acaso aquel señor era usuario de aquella energía natural? Pero, ¿eso no significaría que fue alguien que hizo parte de la orden? Si eso es así, ¿por qué no lo atacó o algo? Muchas dudas se formaron en su mente, pero él solo quería ir a comer, así que eso fue lo que hizo. Comenzó a caminar hacia aquel lugar que olía tan bien. Sus ojos dorados iban a ser un problema, uno bastante grande. No se había detenido a pensar, pero cualquiera que lo viera sabría que iba a significar eso.

—Soy un idiota. —Se golpeó la frente mientras se movía entre la gente.

La calle estaba llena de gente, pero nadie se detenía a mirarlo, era como si todos estuvieran en su propio mundo buscando las cosas que necesitaban. No prestaban atención sobre el resto del mundo, solo sobre ellos y lo que necesitaban para su vida. Shiom no estaba acostumbrado a eso, muy pocas personas se saludaban entre sí, otras simplemente hacían cosas como besarse en público o ir agarrados de las manos como si nada. Abrió el bolso que le dio aquella mujer, había muchas cosas, debía revisarlo después, pero notó esas gafas que tenían aquellos hombres en la taberna. No lo dudó ni dos segundos, las agarró y se las puso y todo su campo de visión cambió: Todo se volvió mucho más oscuro. Las calles, que de por sí ya eran oscuras, adquirieron un tono aún más negro. Las luces de las velas se veían raras, parecían apagadas, pero esto le tapaba los ojos.

Sin pensarlo más, se dirigió hacia aquella panadería que estaba por cerrarse. El olor de pan recién salido del horno le decía que entrara sin dudarlo y así lo hizo. Adentro el olor era mucho más fuerte. Había hombres y mujeres, de todas las edades, comprando y comiendo. Panes de fruta y otros de solo harina, pero hubo otros que le sorprendieron. Un pan que al morderlo queso derretido salía de él. Otros que tenían algo como si fuera... ¿chocolate? No estaba seguro si era eso, pero dejaban una marca en los labios de las personas así que supuso que era eso. Algunos de los pocillos, que supuso que eran de porcelana, botaban aire caliente. Otros, al contrario, parecían fríos.

Shiom se acercó a un objeto que vio a lo lejos. Parecía una vitrina para guardar platos y vasos, pero horizontal, la cual mostraba diferentes tipos de panes. Cuando la tocó, alejó su mano de manera inmediata. Estaba fría. Su expresión hizo que la persona que llegó, una chica de cabello como el fuego, se riera de él. El joven alzó una ceja y se la quedó mirando con cara de consternación, realmente no lograba entender cómo funcionaba eso.

El dragón de la luz | TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora