Capítulo nueve

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Los dos dragones se miraban cara a cara. ¿Qué fue lo que sucedió hace unos momentos? No habían pasado más de quince minutos desde que aquellos caballeros se habían ido y Shiom ya estaba dudando de todo lo que había vivido. Él conocía la fuerza de su padre y conocía aquel hermoso lobo que tenía como ente contratado por alma, así que Prats le había explicado varias veces que si encontraba a alguien que tuviera un juramento con algún animal espiritual y quería que este dijera la verdad, lo hiciera jurar por ese contrato.

Shiom caminaba dando vueltas entre las mesas. Parecía como si su movimiento hiciera un ocho entre ellas. Blake también estaba algo perdido, sabía que su hermano nunca le mentiría sobre algo así. Los dragones sabían cuando uno de sus hermanos le mentía a otro de ellos. Era una parte de ser los portadores de las llaves, cuando están cerca comparten sus pensamientos y sentimientos. Por esa razón el dragón de las tormentas miraba de esa forma a Shiom, se encontraba desorientado. ¿Acaso Lunael era capaz de mentir ante un juramento del alma?

—Blake me habías dicho...

—Sí, te dije que te iba a enseñar un par de trucos para sobrevivir en la ciudad y como esconder eso —mencionó el joven sentado en la mesa. Shiom seguía dando vueltas y no paraba—. ¿Puedes detenerte? Realmente da mareo verte dando tantas vueltas sin parar.

—Lo siento. —El chico de ojos dorados se detuvo y se sentó al frente de su hermano—. ¿Cómo hago para esconder esto? —preguntó señalándose los ojos—. ¿Es si acaso posible hacerlo? —Blake sonrió y afirmó con la cabeza—. Vamos, ¿estás mintiendo?

—¿Puedo mentirte? —preguntó mientras se paraba de la mesa y caminaba hacia la barra.

Una de las cosas que le sorprendía a Shiom es que acaba de suceder aquella escena y nadie ha dicho nada. Ninguna persona dentro de la posada se despertó o algo. Todos seguían durmiendo como bebés. ¿Tal vez Blake había dado para hacer aquello que padre tanto le había dicho? El joven se rascó la cabeza. Vio a su hermano sacar una botella de vidrio oscuro. Sirvió un poco en un vaso. El líquido que salía era de color marrón.

—¿Debo tomarme eso? —preguntó Shiom mientras caminaba hacia aquel vaso.

El joven de ojos dorados miró aquel líquido que incluso burbujeaba. El aroma que emitía le hizo toser. Era semejante al de excremento de un caballo o un cerdo. Volvió a mirar la bebida y ahora lo observó de una forma asquerosa. Parecía diarrea de heces de un animal.

—¿Lo dudas? —reformuló su hermano mientras pasaba el vaso al otro lado de la barra.

Shiom tragó saliva. No sabía que era lo que iba a pasar a continuación. Agarró el vaso mientras temblaba y sin pensarlo dos veces se lo tomó. Cuando entró a su garganta tuvo una arcada, pero se forzó a tragarlo. La textura de aquel liquido era viscosa, como si fuera baba. El olor lo tenía impregnado en la nariz, su bilis casi sale, pero volvió a detenerla.

A los pocos minutos le comenzó a doler la cabeza. Sentía como si un martillo lo golpeara. La vista le ardía, sentía que tener los ojos abiertos era sinónimo de sentir calor en la cara. El dolor comenzó a crecer y a expandirse por toda la cara. No pudo más y gritó. El dolor fue tan grande que lo hizo desmayar. Todo se oscureció para él.

Su cara le comenzó a arder. Fue en ese entonces cuando abrió los ojos. La luz del sol entraba por la ventana y golpeaba su cara. Pasó su mano por su frente para quitarse aquellos cabellos que le caían y le tapaban la visión. Se sentó y se quedó mirando hacia una esquina del cuarto. Duró un rato allí, pensando sobre cómo había terminado en la cama si hace un par de segundos estaba comiendo con...

Su cerebro reaccionó, saltó de la cama, no se puso los zapatos ni agarró la espada, sino que corrió hacia el espejo que había en el baño del segundo piso. Abrió la puerta de un empujón, buscó el espejo que estaba en la pared y lanzó un grito ahogado. Sus ojos ya no eran el color dorado al que se había acostumbrado a la fuerza, sino su antiguo color verde oliva. Aquel que tanto había soñado y extrañado...

El dragón de la luz | TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora