Cecilia, Lorfoz y Prats se movían por los techos lo más rápido que podían, sabían que por el suelo Keamer también comenzó a moverse hacia el mismo lugar donde había salido el ave. Aunque las facciones fueran diferentes, ambas, en lo profundo, tenían una sola misión: "Salvar a Txard de ataques de procedencia peligrosa". Este era uno de esos en donde la Orden debía brillar, en pocas había sido creada para resolver estos programas.
Los Lux lo sentían en el fondo de su cuerpo, debían ayudar a su hijo, pero también era su deber salvar a las personas de la ciudad. Incluso cuando ellos ya no hagan parte activa de la orden, seguían teniendo ese peso en su alma. Dejar morir tantas personas, solo por salvar a una, que era su hijo y de paso el dragón de la luz, era algo difícil de hacer. Había quietud, los haces de luz, comenzaron a temblar. Ellos sabían que iban a salir de esos portales, en el fondo siempre lo supieron, así que lo único que pudieron hacer fue sonreír.
Si Dutla nunca les hubiera mandado la carta diciendo que debían ir a Quebroks, por un sueño, se hubieran perdido este ambiente, y no solo eso, cabía la posibilidad de que alguno de sus tres niños perdiera la vida. Si, hablaba de tres. La carta mencionaba a Daniel, y eso a ellos les sorprendió bastante, no sabían cómo Shiom iba a reaccionar, tampoco como lo haría él al darse cuenta que su amigo más cercano cuando eran niños no lo reconocería... Su sobrino había vuelto a la ciudad.
Prats se detuvo en uno de los techos. Necesitaba tomar aire. Su cuerpo estaba cansado, en todos estos días no había tenido un buen descanso. Incluso siendo él, su cuerpo ya estaba pasando factura. El cansancio acumulado ya estaba mostrando el por qué se debe dormir más de seis horas al día. A su edad, ya no tenía las mismas energías que antes. Cecilia y Lorfoz siguieron moviéndose.
Miró al cielo, aquella ave volando en el cielo le recordaba, a él, tantas misiones suicidas que había hecho en el pasado. Sabía que no podía quedarse tanto tiempo sentado, debía moverse. El rey del bosque, su compañero durante más de veinte años, se sentó al lado de él en silencio. Prats le pasó la mano por la melena a Furlith. Ninguno de los dos mencionó nada. Hace más de dos décadas, aquel hecho podía haber generado que el lobo tratara de arrancarle la mano, demostrando su fuerza como el antiguo regente que encontró la forma de ser inmortal.
—Puede que esta sea la última de todas. —Prats se colocó de pie mientras tomaba una bocanada de aire—. Mi cuerpo me duele, mi reserva de Hus Kha es suficiente para aguantar dos horas, pero aquel bicho no creo que lo podamos tumbar... No sin el riesgo de que nosotros también muramos.
—Amigo, no digas esas cosas —respondió el lobo mientras seguía con la mirada fija en el mismo lugar que Prats. Aquella ave le recordaba a los días que él había rechazado el tratado de paz con Güi Land, como perdió a Light, Night y Storm por su terquedad. Como antiguo rey, se sentía culpable por la mayoría de cosas que estaban pasando ahora. Eran reflejo de su incompetencia, de su estupidez y orgullo—. Ninguno de los dos va a morir. Ni tú, ni yo. Pero esa ave si caerá del cielo. En ultimas, el orgullo del que quiere ser emperador del cielo, no dejará que dure tanto... No, no debe pasar. Mi esposa y tu esposa están juntas, dudo que dejen que algo malo pase.
—Es hora de seguir moviéndonos.
Prats conocía la historia sobre los dragones de primera mano, Furlith se la había enseñado cuando descubrieron los ojos dorados de Shiom. Guardianes que habían dado todo por el mundo, pero que sus reyes les dieron la espalda, la diosa los ignoró y buscaron poder donde no debían para salvar a la humanidad incluso a costas de perder su propio ser. Y eso le preocupaba, no quería perder a su hijo ni a su sobrino, ya había perdido a demasiados compañeros a lo largo de su vida, incluso su hermano, uno de los mejores aventureros del reino y conocido por explorar tantas veces el mar, desapareció. No estaba dispuesto a abandonar a nadie más.
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El dragón de la luz | TERMINADA |
FantasiEsta es una historia que ha sido escrita a través de los siglos en Txard y ha tenido más de mil versiones: Poemas, historias, canciones, obras de teatro y todas narran lo mismo, una sola versión: Tres espadas que consigo traen una maldición, una ben...