Hoy, hoy lo hice, cogí un afila lápiz, le quité la cuchilla, la agarré con la mano, y la deslicé sobre mi delicada piel, que ya nada sentía.
Una, dos, tres, cuatro, cinco veces, más, seguía, no podía parar. Perdí la cuenta, mientras mi cuerpo chorreaba sangre, provocada por mi misma, por primera vez.
Dios, que sensación, era la primera vez que el dolor físico, superaba las mierdas que me recorrían por la cabeza. Por un instante, el dolor que producían aquellas heridas, me hizo olvidarlo todo. Igual que un pintor, deslizando su pincel sobre un lienzo, olvidándose del mundo que lo rodea, y dejandole libertad a su cuerpo, a sus sentimientos, a su pequeńa realidad.
Por fin, por fin había conseguido liberar toda esa rabia que me recorría por el cuerpo. Pero, ahora, había un problema. De repente, escuché la puerta de entrada abrirse. Oh, era mi madre, me vería en el baño, con todo lleno de sangre.
Corrí hacia la puerta del baño, y cerré con el pestillo. Ella subió, preguntándome qué hacía, a lo que yo, desde el baño, respondí que no hacía nada, que me encontraba mal y necesitaba tranquilidad.
Se fue, creyendo mi respuesta. Cogí papel, le eché agua y jabón, y limpié las heridas. Me rodeé la muñeca con papel, que no vería mi madre, ya que me pondría la chaqueta negra ancha que tanto me gustaba, que cubría mis imperfecciones. Limpié un poco de sangre que había en el lavamanos, cogí la cuchilla, abrí la puerta, y fui directa hacia mi habitación.
Aún tenía la cuchilla en la mano, cuando mi madre entró preguntándome si estaba mejor. Asentí con la cabeza, pero aún así, le pedí alguna medicina, para que perdiera tiempo yendo a la cocina, mientras yo guardaba mi delicada cuchilla.
Ahora vino el problema. ¿Dónde la podría guardar?
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Buscando la salida
RandomA veces, la vida no tiene sentido para algunas personas, y, por mucho que intenten salir adelante, no lo consiguen. Se cierran en un mundo distinto, sin verle lógica a nada. La salida que encuentra alguna gente, no es lo que de pequeños soñaban hace...