Capítulo 5. El escondite.

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Escuché los pasos de mi madre de nuevo hacia mi habitación. Llamó a la puerta y escondí la cuchilla entre dos libros, provisionalmente.

Me tumbé en la cama con cara de enferma, y le dije que pasara.

Me dio una pastilla, y me dijo que descansara.

Se fue.

Yo ya me esperaba lo que pasaría después. Se iría a dormir la siesta, y, cuando llegara la noche, se emborracharía.

Así fue.

A las 8, oí la puerta de casa abrirse. Era mi padre.

Mi madre se despertó, y él, empezó a gritarle. Le decía que por qué estaba durmiendo, que por qué no hacía nada, y que él ya no aguantaba más.

Cuando pasó la discusión, y mi padre se fue a dar un paseo, me levanté de la cama y empecé a buscarle un escondite a mi afilada cuchilla.

"Entre los lápices... No, Diego, mi hermano pequeño, siempre me pide los colores... la vería.

En el armario... No, mi madre siempre me "coloca" la ropa, porque dice que yo no sé."

Dios... No sabía qué hacer, hasta que, cuando giré la cabeza, vi la caja fuerte de juguete en la que guardaba mi dinero. Solo yo sabía la contraseña, nadie más la podía abrir. Perfecto. Aquel sería el lugar en el que descansaría la afilada hoja de mi afila lápiz.

Buscando la salidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora