Capítulo 17. Miradas.

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Un mes después...

Volví a ir a la psicóloga, como cada vez que quería mi padre.

Cinco minutos después, apareció el chico misterioso, Martin, ese chico frío pero alegre, a por su chaqueta.

-¿Puedo pasar? -dijo llamando a la puerta, mientras sonreía.

-Puedes pasar. Es más si quieres, quédate, creo que puedes ayudar a esta niña -respondió la psicóloga.

-No, no hace falta que se quede -dije con tono frío, pese a que estaba deseando que se quedara conmigo.

Me miró de forma cariñosa, y dijo:

-Bueno, pues... ¿te puedes levantar? Estás sentada encima de mi chaqueta.

-Ah... Ehm, sí... Perdón.

Cogió su chaqueta, se dirigió hacia la puerta, y se fué.

-Hasta luego.

-Chao.

¿Hasta luego? Me quedé pensando.

¿Eso quiere decir que me estará esperando fuera?

Dios, Carol, para, deja de hacerte ilusiones.

Mientras, la psicóloga, hacía eso que sabía que yo odiaba.

Apuntaba cosas en su odioso cuaderno rojo.

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