Eren era especial, no hablaba más de lo necesario pero sus gestos llenaban aquellos espacios vacíos, sonreía todo el tiempo y le gustaba cantar. Reía en los momentos más serios y lloraba cuando estaba demasiado feliz.
Eren era especial y por eso Le...
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—¿Está diciendo que mi hijo ya no podrá estudiar aquí?
El director miró con un deje de culpa a la pareja que se encontraba sentada delante de su escritorio, la maestra de primaria del pequeño Jaeger se estaba a su lado intentando calmarlos, jamás le había gustado tratar estos temas ya que los padres normalmente se ponían demasiado sensibles, pero si ellos querían que el niño avanzara, lo entenderían.
—Hemos tratado de facilitar todos los programas para su hijo, lamentablemente Eren no está avanzando como el resto del grupo.
—¿Qué quiere decir? ¿Está diciendo que mi hijo ya no tiene derecho a estudiar?— la mujer parecía colérica, sus mejillas estaban rojas y sus manos temblaban.
—No, no señora Jaeger— el director movió varias veces sus manos en busca de tranquilizarla —. Creemos que Eren estaría mejor en una institución para niños como él, con maestros especializados en la enseñanza para estos... casos. Con psicólogos y fonoaudiologos que acompañan a la maestra en estos lugares. Nuestra institución no tiene los recursos suficientes para ayudarle, solo queremos lo mejor para él. Además, hemos tenido que hacerlo repetir el primer grado, dos veces y aquello no es bueno, los demás niños retrasan sus clases también y Eren no las sigue como debería. Les daré la información necesaria sobre escuelas donde podrían llevarlo o tal vez, de maestros que puedan darle clases particulares.
—De acuerdo— accedió Grisha antes de que Carla volviese a saltar de su asiento —No podremos llevarlo fuera del pueblo en estos momentos, así que las instituciones no servirían mucho, podría darnos información de maestros particulares.
—Grisha...
—Carla, está bien. Si Eren puede aprender de otra manera, lo hará.
—Bien, pueden pasar mañana por secretaría y le darán todo lo que necesita, lamentamos muchísimo no poder ayudarlos más.
Se despidieron del director y la maestra, Carla aún bastante enfadada y Grisha totalmente silencioso. Al cerrar la puerta a sus espaldas Eren, quien estaba sentado en una pequeña banca del pasillo, los miró por unos segundos y siguió moviendo sus manos concentrándose en ellas mientras soltaba palabras incomprensibles.
—Nos vamos a casa amor— le dijo Carla con cariño al acercarse —vamos.
El pequeño se puso de pie y le extendió su mano ante toda respuesta mientras sonreía. Esa, sería la última vez que Eren estaría en una institución escolar.
