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—¡Eren ponte los pantalones!

—¡No!— saltó en medio de la cama y Levi lo alcanzó de los tobillos, provocando un par de risas por parte del castaño —¡Eren quiere otra vez!

El más bajo peleó un poco enredándose con las piernas largas, hasta que por fin pudo ponerle el pantalón, se habían tomado una ducha a la mañana temprano y por más que a Eren aún le dolieran un poco sus partes bajas, había querido repetir lo de la noche anterior.

—Si vuelves a huir sin pantalones por toda la casa otra vez, ni siquiera tendrás un beso de mi parte...

Eren abrió sus ojos totalmente atónito, se apresuró a terminar de acomodarse los pantalones y cuando estuvo listo lo miró con una sonrisa.

—Buen chico—. Lo apremió Levi.

—Eren no perro, no digas así.

—No, claro que no eres un perro— comentó divertido —Eres mi cerdito, así que apresurate y cuando termines baja que ya he hecho el desayuno.

El muchacho asintió y entonces Levi salió de la habitación y se dirigió a la cocina, donde se puso a terminar de preparar las dos tazas de café y llevarlas a la mesa junto al resto de la comida.

—Eren alcanzame el azucar.

Le dijo una vez que escuchó los pasos en la entrada.
Entonces en su espalda escuchó un leve "Buenos días" y un "Buenos días señora Kuchel".
Se giró un poco asustado y observó el momento exacto en el que Eren iba por un poco de azúcar y Kuchel observaba al joven con una ceja alzada.

—¿Anoche se quedó Eren?- le preguntó entonces.

—Sí, salimos y sus padres no estaban, así que le dije que podía quedarse— continuó mientras aceptaba el azúcar y le indicaba a Eren que se sentara —no esperaba verte tan temprano.

—Es que Kenny tenía que ir a trabajar, así que me trajo antes de hacerlo-. Caminó despacio hacia la mesa y se sentó al lado del castaño —¿Se divirtieron anoche?

Eren asintió mientras disfrutaba de su desayuno.

—Salimos comer y luego dormir aquí, fue divertido.

No hablaron mucho más que ello y cuando Levi volvió de haber acompañado a Eren hasta su casa, al entrar en la suya descubrió que su madre le había sacado todos los peluches de su habitación.

—¡¿Qué haces mamá?!— preguntó bastante enojado.

—¿Qué crees? Estoy quitando esas mariconadas de allí.

—Me los dio Eren, no puedes sacarlos.

Kuchel detuvo su andar por unos segundos y lo miró sobre su hombro.

—Que cuides al niño ese no quiere decir que le sigas cualquier estupidez que desee. ¿Dejarlo dormir aquí? ¿Desde cuando te gusta compartir la cama con otro hombre?

—Ya mamá, Eren es mi amigo, acepté sus muñecos porque creí que era un lindo gesto y...— se detuvo al ver que el ceño de su madre se fruncía —Tú dijiste que debía llevarme bien con él.

—Sí, eso dije. Que lo cuidaras por las tardes y que te comportaras correctamente. No que hicieses todo lo que ese niño que ni siquiera puede bañarse correctamente solo, te dijera.

Levi frunció el ceño y apretó los puños a sus lados. La miró bastante molesto y se atrevió a contestarle.

—Eren es muy inteligente, no vuelvas a decir algo sobre él.

Kuchel se acercó un poco y colocó una de sus manos sobre el hombro del más bajo, Levi dio un pequeño paso hacia atrás, pero se detuvo abruptamente cuando el agarre se hizo más firme.

—Tu padre también le decía "amigos" a aquellos que no lo eran, espero que no hayas aprendido eso de él.

—¿Has tomado tu medicina?— le dijo entonces, tratando de distraerla.

Kuchel se alejó de él y le sonrió, como si antes no le hubiese dado una advertencia.

—Sí, Kenny me ha obligado a tomarlas estos días, no te preocupes estoy estabilizada.

Levi asintió y no esperó más para ir hacia las escaleras, quería ocultarse en su habitación y no volverla a ver durante lo que restaba del día.

—Levi, no vuelvas a meter esos peluches en tu habitación.

No dijo nada, y al encerrarse suspiró lleno de alivio, no le gustaba que su madre se metiera en aquellos temas.

Sin embargo, Levi jamás pensó que aquello, terminaría llevándolo de nuevo, a su antiguo hogar.

Dulce (Riren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora