Capítulo diecisiete: Un nuevo inicio con el pie derecho.

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Se supone que empezar algo, se tiene que hacer de la mejor forma. ¿Cómo algo puede salir bien si el inicio no lo hace de la forma correcta? 

Quizás las probabilidades de que eso emprenda sea de muy baja estima. 

Por eso, empezar con el pie derecho era lo mejor, para tener un camino con ritmo.

Pero no siempre funciona. A veces la gente no quiere seguir el pie derecho, porque el pie izquierdo supongo que es mejor. A veces queremos romper todo lo que vemos, para empezar a nuestro modo.

¿Por qué bajamos nuestras expectativas cuando algo nos sale mal? 

Es parte de esto. 

Wonwoo estaba pensando en el chico que le había robado el corazón, el chico que se veía completamente atractivo, el chico que el robaba el aire y se lo regalaba de vuelta con suspiros y jadeos. El chico que le había dicho que el pasado de su vida no importaba; que tomaría su mano para afrontar lo que tanto miedo guarda. El mismo que hace los mejores pasteles, los mejores sandwiches y los mejores cafés jamás probados por su paladar. 

Sí, ese chico. 

Mingyu, sentía que el aire se le iba de los pulmones cuando veía a Wonwoo buscar el periódico en la entrada de su departamento. Veía como salía con un pijama normal, el cual ya había visto alguna vez. Sentir como sus piernas se movían por unos ojos atentos, por esa mirada afilada que se transformaba en la mirada más hermosa sólo para él, esa mirada que con lentes se veía más tentadora. Sus labios completamente definidos, finos pero pronunciados.

Era todo, era su ladrón favorito. El más discreto que sin querer y sin darse cuenta robó su corazón. 

Tenían cosas que querían hacer. Ambos salieron de sus departamentos, y chocaron torpemente cuando se encontraron. Ambos se iban dirigiendo al departamento del otro, sin esperar que los dos tuvieran una idea.

—¿Qué?—Preguntó Wonwoo, mientras retrocedía unos pasos para ver a Mingyu vestido con una remera de mangas cortas verde y unos pantalones negros con leves rasgados en sus rodillas, sin contar sus zapatillas que eran negras como el carbón. Su cabello brillaba pese que no había mucha luz, y sus ojos eran el mismo universo que la primera vez que se habían visto. 

—¿Qué haces aquí? quería visitarte.—Dijo mientras veía al mayor, con un remera amarilla y unos pantalones negros, demasiado negros, zapatillas negras y una sonrisa brillante de completa confusión. Su cabello se veía desordenado, pero sedoso. Ambos se miraron confundidos, apuntando las puertas de las cuales salieron.

—¿Qué querías hacer?

—Llevarte a un sitio.

—Yo igual.—Respondió el mayor mientras levantaba su brazo para mover su cabello con delicadeza.

—Entonces... ¿A donde quieres ir primero?—Musitó Mingyu, haciendo un mohín de conformidad, con sus labios, casi siendo un puchero. 

—Quiero ir... A mi lugar primero.—Presionó el botón del ascensor que se abrió casi al instante de presionar el botón.

Subieron, al ascensor y Wonwoo hizo un ruido de sorpresa, mientras veía a Mingyu.

—Mierda. Todavía no podemos ir, no es de noche.—Su boca quedó entreabierta, mientras suspiraba.—Vamos a tu lugar entonces.

Mingyu asintió, y tomó la mano de Wonwoo cuando bajaron del ascensor. Este se dejó llevar como el muñeco de un niño pequeño, siendo movido de un lado a otro. 

Sus manos unidas hacían un vínculo de confianza que ninguno de los dos quería romper. No querían separar sus manos pese que estuvieran a punto de hacerlo en ciertos puntos. 

My little star; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora