Capítulo dieciocho: Tú eres mi universo, y yo tu pastel.

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Ambos se volvieron más cercanos (si era eso posible). 

La cosa es que la necesidad de terminar el año luego para irse de vacaciones por navidad eran lo único que querían. Correr de la ciudad ruidosa, escandalosa y molesta para irse juntos hacia el mundo les decía, hacia dónde el viento sople su velero.

Daba igual.

Era domingo, un domingo deprimente, con un día nublado, abochornado. Estaban ambos frente a la ventana en un silencio puro entre ambos. Estaban semi acostados sobre el sofá, con la ventana en la nuca. Estaban en el departamento de Mingyu, y Júpiter más de una vez se paseaba viendo aburrido a los dos quienes estaban serios, juntos.

—Tengo sueño.—Susurró Wonwoo.

—Siempre tienes sueño.

—Buen punto.—Rió levemente, con esa risita risueña. La sonrisa también salió en Mingyu, sintiendo como su carita se transformaba en algo más que una sonrisa, sino que en emoción.—Tengo hambre. ¿Hagamos galletas?

—¿Galletas? ¿tenemos los ingredientes?

—No lo sé, tú eres muchísimo más chef que yo.—Se cruzó de brazos, mientras su sonrisa se veía enormemente grande a la hora de levantarse. 

Ambos se fueron a la cocina, revisando despensa por despensa y rincón por rincón. Y encontraron todo lo que se requería. 

Empezaron a preparar la mezcla de las galletas, mientras reían, hablaban juguetonamente y se manchaban las manos con esa masa extraña que olía bien de cerca. Prepararon un glaseado, peleando con los colorantes de comida para decidir los colores del glaseado. Sus delantales estaban manchados en masa de galletas, glaseado y tinte de comida, ¡ah! y mejor no hablar de la harina que sobraba en todas partes. Eran como dos niños de cinco años en plena noche de navidad intentando hacer galletas.

Luego de terminar las galletas y empezar a hornearlas, decidieron hacer merengues. Porque... ¿Por qué no?

Se dedicaron a eso, mientras vigilaban las galletas. Eran multitareas, y aunque Wonwoo no le fuera muy bien cocinando podía decirse que estaba preparado a lo que Mingyu le pidiera. Se lavaban las manos más seguido por las diferentes cosas que tocaban sus expuestas manos. Se reían y probaban un poco de lo que hacían.

Mingyu estaba con la mezcla de el merengue, y cuando terminó de agitarla con la batidora, le dio un poco a Wonwoo. 

Le entregó el molinillo que hacía la función de batir la mezcla propulsada por el motor que tenía, y se la entregó para que lo probara. 

Wonwoo en forma de broma hizo una mueca de asco, viendo la cara asustada de Mingyu, la cual fue desvanecida con la risa divertida de el mayor, aún con la cosa de metal llena del merengue. Su nariz estaba levemente manchada con esa mezcla dulce y bastante alta en azúcar, haciendo que Mingyu no pudiera evitarlo. Dejó la batidora completa a un lado, se acercó a Wonwoo, y este dejó de lado el merengue restante. 

—Te ves bien con esa manchita.—Se acercó y con un beso le quitó esa mancha de la nariz, mirándolo luego, relamiendo sus labios. 

Wonwoo quedó atontado con esa acción, sintiendo las piernas temblando y el corazón más desbocado que nunca. Siguió comiendo con la sonrisa tonta en su rostro y con Mingyu ignorándolo triunfante de esa acción, limpiando un poco la batidora y ordenando todo.

Luego de darles formas a los merengues, los metieron al horno, con dos bandejas. La sonrisa de Wonwoo, emocionado con el resultado que estaba siendo terminado detrás del vidrio de el horno hacía que el corazón del menor se endulzara igual que los merengues que ardían de a poco dentro.

My little star; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora