Capítulo Final: Regalos entre dos.

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La navidad llegó. El plan que tenían formado se rompió por completo al saber que una nevada iba a llegar, imposibilitando todo tipo de actividades. Pero no importaba, estaban ellos dos con los regalos que más querían, eso era lo importante. Saber que estaban juntos, viviendo y respirando como querían. 

Estaban acostados sin hacer nada, bajo trescientas posibles mantas, una taza de chocolate caliente para cada uno y por último las cortinas cerradas viendo una película acurrucados en la cama. No querían ni moverse, no querían levantarse ni preparar nada.

—¿Necesitas algo? te veo tiritar.—Dijo el mayor sintiendo las manos grandes del contrario frías y temblorosas.

—No, sólo quiero abrazarte. Me congelo vivo.

—Tengo la calefacción como en mil grados, tenemos trescientas mantas y las cortinas cerradas.—Dijo enumerando todas las cosas que tenían para entrar en calor, haciendo ver la exageración del menor frente al frío del ambiente.

—Soy muy friolento. No me pidas mucho.—Rió un poco el menor, escuchando la risa del pelinegro mientras veía la película con la taza del chocolate caliente en sus manos. Era noche de navidad y no habían hecho absolutamente nada. Era divertido vivir la Navidad como un día más dentro del año en época de invierno. 

Las horas pasaron, seguían en la misma posición con la ausencia del chocolate caliente en sus manos frías. Pero seguían igual de acurrucados en su nido de amor, mientras sus caras estaban llenas de amor para el otro.

Se sentían completamente extraños con lo que sentían en una noche así, sabían que debían hacer cosas divertidas en esta noche pero no era nada, eran ellos, bajo un ambiente frío pero cálido entre dos. Con un paisaje blanco, inmaculado, lleno de esta nieve y de esos majestuosos copos de nieve irrepetibles. Sus manos estaban unidas bajo esas mantas y las voces de los personajes de la película o serie estaba resonando mientras el viento afilaba su pasar con las ventanas y las murallas. Eran ellos contra todo lo que había a su alrededor. 

Sus universos estaban juntitos, pegados, unidos. Con esas respiraciones calmadas bajo un manto de tranquilidad, paz, completa calma.  Sus vidas eran una sola en esos segundos, tocando sus pequeños cuerpos en suaves roces que los convertían en seres inocentes, en unos toques que eran acelerados, convirtiéndolos en seres perversos. 

Sus miradas que tiraban chispas bajo esa oscura manta de noche, con esas miradas claras y perspicaces que se perdían en la oscuridad.  Sus vidas eran ellos, no importaba si afuera hace frío, si sus manos estaban congeladas, o sis sus vidas estaban perdidas entre la felicidad de los demás, y su tranquilidad apaciguadora. 

No importaba, ellos eran las personas más felices en una noche de navidad donde la vida era sólo ellos contra el frío mundo, hostil y descarado.

—No me quiero levantar.—Susurró el menor, mientras se aferraba al cuerpo del mayor.

—No nos vamos a levantar si no queremos.—Sonrió el mayor con voz grave, sintiendo el cuerpo ajeno apegarse al suyo. No se movieron hasta que escucharon sus suspiros escapar de sus finos labios. Sus vidas eran esas, respirando el mismo aire tranquilamente. 

—Entonces nos quedamos. Es navidad, somos un par de viejitos acostados en navidad a oscuras mientras nieva.—Wonwoo rió besando luego los labios del menor sintiendo una presión cerca, con un calor que los envolvía. Sus miradas se conectaron con tranquilidad. 

No se quejaron de nada, se miraron entre sí con la chispa que parecía la de las luces de navidad. No era nada, no era absolutamente nada comparado a lo que les gustaba, comparado a lo que podían hacer en una noche de navidad, en una noche donde la familia se reúne. Ellos no, ellos eran su familia, sus pasteles, sus galaxias y su mundo. No tenía sentido levantarse porque eran ellos los que se necesitaban. 

My little star; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora