Capítulo quince: Un techo de recuerdos.

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Como habían prometido, se quedaron en esa casa, en esa casa que juntaba polvo y tenía una apariencia rústica. 

Era una casa de fachada café, madera desgastada, con unos toques verdes como las tejas o los fierros de la baranda. Las ventanas tenían la típica cruz en el medio, la cual se abría hacia afuera, también era de un color verde oscuro. El interior era cálido, tenía una chimenea, y parecía una cabaña rústica del bosque. Estaba un poco alejada de la ciudad, quizás por eso. 

Mingyu se preguntaba por algunas cajas que habían por ahí, cuadros guardados, y mantas que cubrían algunos muebles. Parecía demasiado deshabitada.

—¿Hay cosas como para quedarnos?—Preguntó el más alto, viendo las vigas de color madera barnizada, brillante pero con polvo por la parte superior. Habían cuadros, y una pintura llena de polvo de la familia de Wonwoo. Era un retrato vivo de lo que era su familia antes de que todo cayera a pedazos según los relatos de Wonwoo. 

El hermano de Wonwoo, tenía los ojos afilados como él, y la nariz casi igual, sólo que él en la foto sonreía poco. Mientras que Wonwoo era pequeño y tenía la sonrisa más inocente jamás vista. La nariz se le arrugaba sólo un poco y sus ojos se veían igual. Su hermano era pequeño, pero se notaba menos alegre en esa foto. 

Comenzó a vagar por toda la casa. Caminando, escuchando las tablas desgastadas de madera rechinando con el peso del menor. Su sonrisa aparecía cada vez que veía la sonrisa de Wonwoo en alguna foto. Algunas eran solas, otras con su hermano, otras con su madre. Y una gran y variada cantidad de recuerdos bastante memorables para este techo de recuerdos. 

Un grito se escuchó de parte de Wonwoo, con una voz grave. Mingyu se alertó, subiendo su cabeza tratando de percibir mejor su grito y saber de donde provenía. 

Mingyu se movió, y encontró a Wonwoo sorprendido, un diario y varias cosas saliendo de este diario, como papeles, papeles de colores, notas, y pequeñas cosas que estaban dobladas, agregando volumen al diario. 

Estaban en la aparente habitación que compartían. Tenía parte del papel de pared roto, un armario medio abierto, una cama que estaba sin mantas con el puro colchón solo, una mesa de noche polvorienta, y una lámpara desenchufada que estaba sin pantalla, puesto que estaba en el armario semiabierto.

—¿Qué es eso?—Preguntó el menor con la ignorancia y el susto de antes en la garganta. 

—No lo sé, p-pero tiene el nombre de mi hermano.—Su respiración se volvió entrecortada, su vista levemente nublada, y se sentía mareado. La cara pálida no tardó en llegar, y las ganas de sentarse para no caer surgieron como último llamado de auxilio. 

Mingyu lo ayudó, apartó el diario, para luego ayudarlo a sentarse sobre el colchón que estaba lleno de polvo, y que tenía ciertas manchas de extraña procedencia. 

—Tranquilo, sólo debe ser un diario de adolescente...—Susurró, mientras lo miraba. Intentaba regular su respiración. Ya tenía los ojitos de estrella llenos de ellas, rebalsando, con una especie de capa inquebrantable que no quería salir.—Mírame... Wonwoo, mírame.—El mayor, con una mano en el pecho, miró al menor, quien se arrodillaba para mirarlo cara a cara con la sinceridad en sus profundos luceros.

—Está bien... Me calmo...—Susurró, mientras se erguía, haciendo sonar gran cantidad de sus vértebras que sufrían el peso de su cuerpo.

Wonwoo tomó el libro, o más bien diario. Era de un cuero café bastante duro, rígido. Sus hojas eran de un amarillo suave, suaves como ellas solas, y con una letra prolija que Wonwoo intentaba leer sin empezar a llorar.

Comenzó a leer en voz alta, la voz del mayor se quebraba en las partes más duras. Donde contaba su rutina con Wonwoo. Diciendo que sus vidas eran un poco apartadas, pero que de todas formas se querían como lo eran dos hermanos. Que su vida de a poco trepaba en cosas a las que no quería trepar, apartarse cada vez más de su hermano, etc. 

My little star; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora