Capítulo doce: Mi corazón no quiere dejar de latir.

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Wonwoo despertó antes. Sus ojos estaban hinchados, y cuando recordó que era sábado, se relajó. Miró a su alrededor, Mingyu estaba durmiendo a su lado, con su mano bajo su cara, mientras suspiraba con la total despreocupación en su sueño.

El mayor revisó la hora, eran las once de la mañana. 

Vio el frasco amarillo con tapa blanca. Había ropa alrededor de ese frasco, su habitación era un desastre y no le importaba. Recogió el frasco, fue al baño y dudó si guardarlas en el pequeño botiquín de su baño personal. Se sentó en el retrete, mirando el frasco, dudando sobre si ir de nuevo al médico, para seguir sacando sus malos momentos de su cabeza. No dejaba de sentirse mal, y su vida se desmoronaba. 

Pero no dudó más.

Guardó las pastillas, las pastillas que tenían daños colaterales, pero que te hacían bien por un momento, para relajarte, para sentir menos asquerosidad y quitando las ganas de dejar de existir. 

Las dejó de lado, y se fue a la cocina, donde decidió hacer desayuno. 

Lo hizo en menos de lo que pensaba. También le hizo a Mingyu. Estaba comiendo una tostada cambiando los canales de la tele, mirando si había algo interesante. Masticando el crujiente desayuno que resonaba entre sus dientes. Le dio de comer a Libra, e incluso se duchó, pero Mingyu seguía durmiendo. 

Revisó la hora, eran las doce y media, decidiendo a leer un libro con música relajante y con su gata encima de sus piernas. Era un buen plan, hasta que unos pasos lo distrajo de lo que iba a hacer. Salió un castaño, con las manos sobre la cara, restregando su rostro con las manos. Wonwoo sonrió al verlo despeinado y con ropa que seguro había sacado sin permiso de su propio armario. 

—Buen día dormilón. ¿Cómo fue tu noche?—Dijo Wonwoo con una mirada curiosa y una sonrisa en sus labios.

—Bien... Tengo sueño de dormir tanto.

Wonwoo rió, mientras Mingyu rodeaba el sillón para sentarse a su lado. Suspiró al hacerlo, mientras Wonwoo seguía mirando su libro. Libra se levantó de sus piernas, moviéndose hacia su poste de rascar. 

—¿Acaso vas a seguir durmiendo?

—Me gustaría, pero tengo que irme.—Dijo mientras se estiraba.

—¿A donde? ¿Por qué?—Dijo Wonwoo mientras dejaba su libro abierto, sin perder la página.

—A mi casa, para no molestarte más.—Rió recogiendo sus cosas, y luego mirando a Wonwoo.

—No quiero. Disfrutemos del sábado juntos.—Sonrió el mayor, mientras miraba al más alto, quien estaba dudoso ante esa propuesta tan tentadora.—¡Vamos! Lo pasaremos bien. 

—Está bien. Pero antes tengo que ir a ducharme.—Se estiró, mirando a Wonwoo.—¿Donde hay toallas?

El pelinegro le entregó una toalla, y fue a buscarle ropa al departamento de este con sus llaves. Le dio comida a Júpiter, unos mimos, y luego irse con la ropa. 

Se la entregó, le dejó el desayuno servido, calentado y preparado para que lo comiera. Se sentó en su sofá a leer otra vez mientras él otro se aseaba. Estaba feliz de estar acompañado, de tener a alguien que estuviera conversando, que estuviera cerca de él. Su sonrisa salía más seguido cuando lo veía, su pecho se llenaba de calor, sus mejillas subían con su sonrisa que estiraba sus labios, subiendo sus comisuras y haciendo que se iluminara cada centímetro de su rostro. Su corazón era una bomba que con cada latir expulsaba otra emoción, una sensación demasiado indescriptible que lo hacía sentir en las nubes. 

Era raro sentirlo. 

Pero era feliz. 

Por lo menos. 

My little star; MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora