•Capitulo 17•

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Luego de hablar con mi mamá, llamé a Ricardo. Me dirigí donde me dijo que estaba y lo enfrenté. Para endulzarlo un poco, hablé con el diciéndole que se me había pasado el enojo y que todo entre nosotros estaba bien, rematando con un "me tengo que ir de viaje pero no contigo".
Su expresión fue de lo más graciosa, si el creía que yo iría con el a cualquier lado como si fuese mi mochila, estába más que equivocado.
Estaba furioso, preguntaba una y otra vez porque tenía que irme y a donde, cosa que no le importaba. Luego de un momento de discusión, sali de allí sorprendiéndome con el llamado de quien acelera mi corazón hasta el punto de saltearse mil latidos.
Como siguió todo fue muy rápido, lo único que sabía era que en ese preciso momento estaba desnuda encima de él, en su auto, en un lugar público, a orillas del Han.
La belleza que irradiaba siempre me trasladaba a otro mundo, ver sus facciones más marcadas, topándome con el hombre que se había convertido en lo largo de estos años estrujaba mi corazón. Lo conocí bellísimo, siendo más juvenil, pero ahora quien estaba debajo mío podia cegarme con el brillo de su mirada. Su cabello negro pegado a su rostro producto del sudoroso encuentro fugaz de hace unos minutos hacían de este auto mi verdadero hogar.
Lo confirmaba cada vez que lo besaba. El era, es y será eternamente el amor de mi vida. Nada, absolutamente nada de lo que haya pasado en estos años hizo que mi amor cambie, al contrario, lo amaba muchisimo más y sentía como mi corazón latía desbocado por el simple hecho de tenerlo cerca mío.
-Tienes algo que me atrae más que nada en el mundo- me dijo mientras me acariciaba el cabello- algo que si no controlo puede acabar conmigo.
-No te controles entonces - le sonreí y lo besé.
Sus labios fueron todo lo que necesitaba en ese instante. Luego de unos minutos, procedimos a vestirnos y a emprender viaje rumbo a mi hotel.
A mitad de camino opté por decirle que no me vería en unos días.
-Tae, me iré de viaje unos días - puso toda su atención en mi - quiero que lo sepas por si piensas que luego de esto desaparecí. -dije agarrando su mano que yacía en la palanca de cambio.
-Estás bien? Hoy te seguí y vi que hablabas casi peleando con Ricardo.
-Estoy bien, se puso así porque le dije que me iría, que no quería que el viniera conmigo.- dije a punto de contar todo. Su mirada se notaba cálida, como queriendo escucharme, pero a mi no me salían las palabras.
- Adonde irás? - preguntó e hizo una mueca que confirmaba que seguía siendo el bebé que tanto adoraba, sus mejillas infladas, su mirada aniñada, solo el podia ser un dios en un minuto y un niño en otro.
Pero no podía decirle dónde iba, decir que volvería a Argentina sería demasiado revelador por lo que mentí nuevamente.
- Volveré a Francia. Visitaré a mi familia
Pareció creerme, lo único que pidió fue mi numero para llamarme cuando me extrañara.
- Cuando te irás?
-Trataré de que sea mañana, todavía no compré el vuelo.
-Si necesitas que te acompañe al aeropuerto, solo dímelo, yo iré encantado. - me regalo una hermosa sonrisa que reiniciaba mi vida.
-No es necesario, si estás allí no me querré ir. - dije acercándome y dándole un beso en su mejilla.
Su auto estacionado frente al hotel me avisaba que ya era momento de bajarme.
-Voy a extrañarte cada día que esté lejos tuyo - dije
-Yo también lo haré- dijo acercándose y besándome a tal punto de embriagarme con sus labios.
Bajé y me dirigí hacia la habitación, Mariana estaba fumando un cigarrillo mientras miraba por el ventanal.
-Crei que no vendrías - dijo sin mirarme.
- Préstame tu notebook - dije sin contestar a lo que me había dicho
Señalando un lugar en específico con su cigarro - Alli está- la tomé y la coloqué sobre la mesa. Compraría el ticket de avión y me iría al día siguiente de ser posible.
Para mi suerte, un vuelo salía a las 9 de la mañana, tecleé mis datos y procedí a comprarlo.
-Que sucede? - preguntó Mariana, mirando mientras golpeaba con mis yemas cada tecla.
-Me voy - dije cortante
-Se puede saber a donde?
-Argentina, iré con mi mamá.
Mariana me miró sorprendida, como si fuese que estaba loca por haber hecho eso.
-Como que Argentina? Estás loca? Sabes que...
-Hablé con mi mamá- interrumpí -hablé con ella porque ya no aguanto más esta situación, le mentí a mi mamá haciéndole creer que estaba muerta cuando no era así. Voy a estar con ella unos días y volveré.
Me miró pero no me dijo nada, no necesitaba de sus sermones, ya bastante habia hecho.
Me levanté y me fui a preparar mi valija, solo llevaría lo necesario. La ansiedad por ver a mi mamá después de tantos años estaba habiendo estragos en mi, me sentía nerviosa, indecisa.

El horario de embarque ya se aproximaba, juraba que no se comparaba ni a la primera vez que llegué a Corea, todo lo que estaba sintiendo era ansiedad y miedo.
Luego de 29 horas de vuelo, el aeropuerto internacional de Ezeiza me recibía por primera vez en tantos años. Después de estar tanto tiempo fuera, veía todo tan extraño. Si bien era mi país de origen, ya no podía considerarlo mi hogar.
Abordé un taxi y nos dirigimos hacia donde vivía anteriormente.
Todo en mi barrio seguía igual, los árboles, las casas, absolutamente todo. Muy poco había cambiado, por un momento sentí que retrocedí 3 años. Bajé el taxi y me dirigí con las piernas temblorosas hacia la casa de mi mamá.
Apreté el timbre y nada. Lo apreté otra vez y esperé. Nada. Cuando creí que mi mamá no estaba y me daba la vuelta, alguien abrió la puerta. Era ella. Su mirada café rápidamente fue tornándose acuosa al igual que la mía, acercándose a mi y verificando si era realmente yo, sintiendo miedo hasta de tocarme, sintiéndose indecisa y temerosa. Quien estaba frente al ella no era un fantasma, era su hija, su única hija.
Un fuerte abrazo vino de su parte y sentí como todas las partes rotas que sentí destruidas estos años iban recomponiéndose lentamente. Llegaron muchos besos y un llanto que jamás escuché de tella.
Nos adentramos a la casa, y tomamos asiento en el sillón. Su casa lucia un poco cambiada a lo que era cuando me fui. Tenía menos color y estaba más apagada.
Sabía que en cualquier momento llegarían las preguntas y sobretodo los reproches, y no estuve equivocada.
-Porque Milena? Porque hiciste todo esto? - preguntó llorando.
Había roto el corazón de mi madre y no había tomado dimension de eso.
-Mama, yo...
-Que conseguiste con todo esto? Porque no viniste antes? Sabes lo que yo sufrí por ti? - dijo casi gritando - Yo te enterré, Milena. Yo dejé flores en tu tumba hace 3 años, yo sufrí en carne propia el que te llamen avisándote que tu hija había muerto. No entiendo como permitiste tanto dolor?
No sabía que decirle, todo el viaje planeé decirle detalladamente cada cosa, cada paso que di, cada decisión que tomé. Pero solo me salió un estupido "perdón" .
Ella sabía que por ser muy reciente no hablaría sobre todo lo qué pasó. Así que me dejó estar.
-Tu habitación sigue intacta, solo he limpiado para que no se junte tierra. - Ella era tan orgullosa que por más que se esté muriendo de ganas no iba a decirme que me extrañaba. Su orgullo había sido lastimado.
Me dirigí con pasos lentos, llegando a mi habitación y abriendo la puerta lentamente. Mis ojos se llenaron de lagrimas al ver que mi madre tenía razón, todo seguía igual. Los posters, las fotos, absolutamente todo. La nostalgia me invadió por completo y me dirigí a mi tocador donde las fotos abundaban. Mi vista viajó por todo el lugar hasta ver algo que me llamó la atención. Algo que reconocía y que no era mío precisamente. Lentamente me acerqué a mi mesa de luz y tomé la tela con mis manos. El pañuelo azul sedoso con diseños florales me estaba haciendo cuestionarme miles de probabilidades, acaso... Taehyung estuvo aquí? Como quisiera que alguien me respondiera mi mamá habló desde el marco de la puerta.
-Taehyung vino aquí 2 semanas después de que... te dieran por fallecida.
Yo no podía creerlo, no me esperaba algo como eso.
-Tae estuvo aca? - pregunté sin asimilar lo que dijo
-Lo hizo, estaba muy mal, quiso conocer dónde dormías, o algo así había dicho- dijo sonriendo con pena- vino a tu habitación y decidí dejarlo solo para que pueda hacer su duelo. Como habían pasado 2 horas y no salía, vine a buscarlo. Lo encontré dormido, abrazando una almohada y sosteniendo una foto tuya en su mano. Cuando despertó tenía los ojos rojos, seguramente producto de lo mucho que había llorado, recuerdo que me dijo que desde hacía días no podía conciliar el sueño, y que lo pude hacer aquí, en tu cama. Esa noche le dije que se quede, sabía que podía hacerle un poco de bien. -
Estaba en un momento donde no podía contener mis lagrimas, cada palabra que ella dijo, me dolió con la vida.
-Milena, ese chico de verdad te amaba. Me lo demostró ese día, demostró que tu eras su vida. Si yo estaba triste, el lo estaba muchisimo más. Aylin quiso animarlo invitándolo a conocer la ciudad, pero no hubo caso, los 3 días que se quedó no salió de esta habitación.
Con la simple mención del nombre de Aylin, mi curiosidad fue mucho más grande.
-Ella cómo está?
-Sufrió mucho, se culpó más de lo debido, trate de calmarla pero no hubo caso. Ella por el momento está bien, viene de vez en cuando.
Sonreí sin ganas, era mucha información para procesar.
-Te dejo que descanses. Todavía tenemos mucho que aclarar.
Solo asentí y la vi cerrar mi puerta.
Todo ese tiempo no me percaté de que tenía el pañuelo apretándolo tan fuerte que dejaba mis nudillos blancos.
Me acosté abrazando una almohada y sosteniendo el pañuelo cerca de mi nariz, podía jurar que su olor estaba allí. Cerré mis ojos y recordé todo desde un principio. El día que me fui, cuando lo conocí, cuando dijo enamorarse de mi. Recordé todo y dolió, aún más saber que por errores que cometí perdí un hijo suyo. Me lamenté en silencio tratando de ahogar los sollozos en mis almohadas.
Quizás lo único que podía curarme un poco era la cercanía de Tae, pero estábamos a miles de kilómetros de distancia.
Agarré mi celular y tecleé un mensaje para que sepa que siempre pensaba en el.
Te extraño demasiado.

Cartas de una sasaeng (segunda parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora