Uomo dell'oceano I

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Pintura: «Comrades» de Henry Scott Tuke, un pintor y fotógrafo nacido en 1858, y que falleció en 1929. Sus pinturas están caracterizadas por el erotismo en hombres jóvenes desnudos o semidesnudos en contacto con la naturaleza.

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Delicadas y algo gruesas caderas iban tambaleándose de un lado a otro siguiendo el dulce tarareo de su portador, que se encontraba tomando un frasco lleno de un peculiar gel. En un alegre, melodioso y coqueto tono que era característico de su actitud canturreó, «Jotaro, ven~». Su llamado fue respondido rápidamente, el hombre ya estaba entrando al baño en un pequeño instante.

Quédate y mira —dijo sin más mientras abría el frasco y tomaba el cepillo que su compañero le había regalado. Siguió tarareando y moviendo sus caderas, no le importaba mucho si Jotaro se reía de él, estaba alegre hoy.

Empezó a peinarse con cuidado, y una vez que su cabello no tenía ni un pequeño nudo, tomó un poco del raro gel con tres dedos y lo esparció por su cabello, tratando de darle forma. Tenía demasiado cabello y era grueso a pesar de no ser tan largo, por lo que su pompadour siempre quedaba perfecto.

Jotaro ya había entendido qué era, usaba ese gel para que su cabello tuviera esa forma tan extraña. Sintió que descubrió una nueva tierra que no se supone que debería de saber que existía en su época, pues llevaba todos esos días tratando de encontrarle sentido al peinado.

Muchos podrían pensar que un hombre tan potente estaría pensando en batallar, en armas, en cacería, pero todos se equivocaban, pues en su tiempo libre sentado en el inodoro, en su mente sólo corría la idea de descubrir la gran verdad: El extraño peinado de Josuke. Por fin había llegado a la gran respuesta.

Por otro lado, ver a Josuke moverse así lo estaba matando, sus caderas eran tan hermosas que no podía evitar mirarlas, «¿cómo se sentirá acariciarlas?», de inmediato trató de evitar sus inadecuados pensamientos —que sabía que incomodarían al chico si supiera de ellos— y se centró en otra cosa, en la canción que tarareaba. Era muy extraña y en algunas ocasiones lo escuchaba cantar junto al tarareo, diciendo «oshean man» o algo así, cosa que no tenía idea de qué significaba ni qué idioma era. Jamás había escuchado una canción así en su vida, ¿sería alguna canción de su tierra natal?

Después de un medianamente largo rato el chico se encontraba retocándose y peinando con mucho cuidado cualquier imperfección.

¡Ta dá! —exclamó el adonis volteándose y haciendo una peculiar pose con una mano bajo su cabeza y la otra abierta al nivel de su frente, luciendo su peinado junto con sus accesorios dorados que se había puesto previamente en los brazos, que simulaban unas enredaderas.

Jotaro debía admitirlo, el peinado podía ser la cosa más rara que había visto, pero a su compañero le quedaba muy bien, le daba un toque... único.

Te ves...

¿Cómo me veo? —dijo el joven esperando una crítica o una burla, que era lo que la gente siempre decía acerca de su majestuoso peinado, y le indignaba mucho.

Hermoso.

—¿Qué? —dijo el joven paralizado. No es como que Jotaro no haya dicho algo parecido en el pasado, pero seguía emocionándolo... y haciéndolo sonrojar.

『 Il Giovane con le ℭorna 』 🌒 (JotaJosu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora