El encuentro, Apolo y Dafne

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Ahí se encontraba el joven, huyendo lo más rápido posible de aquel potencialmente peligroso encuentro. Estaba agitado y cansado, pero aún así siguió y cambió de dirección hacia la derecha. Podía escuchar a un hombre gritar en un idioma muy diferente al suyo, uno que reconocía mas no hablaba: Griego. «¡Espera!», se escuchaba siendo exclamado en la lejanía. En ese momento deseaba golpearse, porque su madre siempre le decía que debía aprender al menos uno de los idiomas de los humanos, pero siempre decidía posponerlo, quedándose con el poco conocimiento que tenía de estos. Venía de una majestuosa raza y era casi una deidad, pero tiene sus desperfectos, él también podía procrastinar.

Su huída no duró mucho, ya que en su cansancio no se fijó por dónde iba y tropezó con la raíz levantada de un árbol. Para su desgracia, al caer, una rama se clavó levemente en su pierna, dejando una circular y medianamente profunda herida. Se sentó como pudo e inspeccionó la herida, la sangre estaba empezando a salir y sentía un fuerte dolor punzante; una pequeña lágrima se asomaba por sus ojos.

Se distrajo pensando en cómo cuidar de la herida, pues no sabía cómo hacerlo y podría infectarse, pero dejó todo atrás al recordar cómo había terminado así. Tenía que huir rápidamente, luego se ocuparía de ella. Intentó levantarse, pero sus impulsos fallaron, le dolía mucho y no pudo continuar. Al menos había corrido bastante y quizás ya el hombre se había ido.

• 🌒 •

Jotaro seguía a paso rápido al chico, no quería asustarlo y ahuyentarlo más corriendo a toda velocidad, por lo que lo había perdido de vista, y ahora debía adivinar a dónde había ido. Por un momento consideró que ese chico quizás era peligroso, podría haber corrido esperando que lo siguieran y fuera una trampa, pero habiendo notado su cara de miedo, no parecía como alguien que quisiera atacarlo.

Siguió recto tratando de fijarse en pisadas o pequeños indicativos que delataran su rastro, y también trató de memorizar con cuidado por donde iba para poder volver cuando por fin se encontrara con el chico. Llevó rato buscándolo, hasta que se topó con una pisada en la tierra que estaba levemente lodosa; de ahí siguió la dirección de la pisada, que apuntaba a la derecha. Conforme avanzaba, escuchaba un leve gimoteo más alto, por lo que parecía acercarse a alguien.

Pronto había llegado al origen del sonido. Se fijó entre los árboles y vio una cabellera negra azulada con forma extraña, ahí se encontraba el bello muchacho sentado en el piso, con su lindo himatión lleno de tierra y decoraciones doradas en sus brazos desarregladas; con una herida abierta y dolor en sus ojos.

Inmediatamente supuso que se había caído al correr y algo lo había perforado un poco. De nuevo, sus cuernos aparecían a los costados de su cabeza, destellando como parpadeos. En algunas pocas ocasiones, los destellos brillaban tan fuerte como para iluminar un bosque entero en la oscuridad de una noche.

Jotaro sintió algo de lástima, esa herida se veía muy dolorosa, y había sido su culpa por haber husmeado tanto tiempo sobre la presencia del chico; necesitaba demostrarle que era de confianza, que no deseaba hacerle daño. El joven parecía dispuesto a correr al notar su presencia y sus cuernos emitieron un cegador destello, pero Jotaro le hizo una pequeña seña con su mano indicándole que por favor se calmara.

No te quiero hacer daño —dijo Jotaro con un tono de voz suave y profundo, lo que causó que esas luces disminuyeran y en las facciones del chico mostraran un poco de calma, que luego se tornarían en expresiones de confusión, pues parecía que no entendía sus palabras y estaba decifrándolas. Sólo esa expresión se necesitó, le parecía que lo que había deducido antes acerca del chico era cierto, no era de la zona—, ¿entiendes lo que te estoy diciendo?

『 Il Giovane con le ℭorna 』 🌒 (JotaJosu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora