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Un papel, una tabla de madera, y un par de lápices tenía Jotaro mientras se preparaba en el gazebo. Josuke se sentó junto a él, y mientras lo esperaba observaba con detenimiento la casa que empezaba a sentirse como suya.
Qué cálido se sentía el día bajo aquel lugar lleno de rosas de todos colores, cada una siendo una perfecta representación de los sentimientos de ambos. Eran como deidades, deidades tan misteriosas y especiales que el que los viera a la lejanía estaría convencido de que lo eran. Eran brillantes y desconocidas luces, aisladas de los demás en su paradisíaco mundo.
Jotaro empezó a dibujar muy concentrado, trazando las primeras lineas con fluidez. Miraba cada cierto tiempo al joven, detallándolo con mucho cuidado. Progresivamente iba dándole forma a su rostro en el papel, enfocándose en ilustrar a la perfección sus atrayentes ojos.
Observaba con detenimiento; la posición de sus cejas, el ancho de su nariz, la altura de sus pómulos, el grosor de su labio superior comparándolo con el inferior. No sólo estaba dibujando, estaba grabando su rostro para siempre en sus recuerdos.
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En un momento en el que Jotaro estuvo absorto en el papel sin voltear hacia Josuke, pareciendo empezar a hacer detalles en el dibujo, éste último se fijó en sus labios; gruesos y levemente rosas, una seductora mezcla de delicadeza y masculinidad.
«Quiero sentirlos»
Eso era lo único que podía pensar.
Sintiéndose tentado a hacer algo atrevido cuando el hombre se relamió los labios por resequedad, desvió su mirada hacia la lejanía, viendo los árboles para tratar de enfocarse en otra cosa. Para su infortunio, no pudo, sólo podía imaginar una y otra vez situaciones en donde Jotaro lo acurrucaba en él y lo besaba. Pensamientos bastantes vergonzosos, pero que realmente no podía evitar.
—Hey, Josuke —Llamó.
—¿Ah? —Volteó distraído.
—Mírame, no puedo dibujar si te volteas tanto.
Sólo asintió, sintiendo su corazón acelerarse a penas cruzó miradas con él. Pedía desesperadamente ayuda en su interior, deseando que alguien lo rescate de aquella vergonzosa situación, en la que se sentía pequeño ante la seria expresión del mayor, e incluso llegando a la paranoia de imaginarse que Jotaro tenía conocimiento de sus inadecuados pensamientos.
• 🌒 •
Se le hacía difícil despegar la vista del joven que miraba intensamente unos árboles, como si hubiera algo muy interesante en ellos. Dejó de dibujar unos segundos para sólo fijarse en él; algo le pasaba, desde sus cuernos hasta sus rojizas orejas, ¿pasaba lo que pensaba? ¿O sólo estaba engañándose a sí mismo? Comprobándolo lo llamó, pudiendo apreciar cada ángulo de su cara cuando se volteó. Su expresión era todo un deleite, tan tímida y dulce.
Luego de aquello no podía ser sólo su imaginación, lo que presentía tenía que ser verdad, él no estaría en ese estado si no se sintiera igual. Había llegado el momento, debía hacerlo ahora, y es que lo deseaba; era hora de abrirse por fin, quitarse su máscara, y dejar que las emociones lo inundaran.
Dibujó unos minutos más en los cuales adelantó demasiado mientras se preparaba para realizar su movimiento, pero no sería capaz de terminar ni en dos tardes más, así que lo dejaría para luego; la presión en su pecho y el hermoso muchacho frente a él tenían muchísima más importancia. Estando listo, llamó.
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『 Il Giovane con le ℭorna 』 🌒 (JotaJosu)
FanfictionEn un día de cacería por los bosques mediterráneos de Creta, la isla natal de muchas deidades, Jotaro tiene un inesperado y casi místico encuentro con un misterioso adonis que jamás había visto antes. ¿Qué era él? ¿De dónde provenía? • Jotaro Kujo x...