Las estatuas de Pol

132 25 27
                                    

Fueron a la casa de Polnareff de visita, y Josuke debía admitir estar emocionado por conocer a ese curioso sujeto. Su casa ya era extraña y sólo la veía desde afuera, ¿cómo sería él?

Tocaron la puerta, y de inmediato salió un hombre de largo cabello plateado y colgantes dorados, cada uno siendo la mitad de un corazón.

Hola, Jean-Pierre —Saludó Jotaro.

¡Jotaro, hola! —dijo animado dándole un abrazo a su amigo, pero de inmediato notando al joven al lado de él. Lo observó, peinado extraño, ojos azules, túnica estilo himatión; sí, era él—. ¡Hola! Tú debes ser Josuke, ¿cierto?

Josuke, algo tímido, asintió.

¡Mucho gusto, Josuke! Jotaro me ha hablado mucho de ti —dijo dándole la mano—. Soy Jean-Pierre Polnareff, pero puedes llamarme Pol si deseas.

Mucho gusto —Era el sujeto más sociable que había conocido hasta ahora, le agradaba.

Pasen, por favor —Pidió, y se adentraron, encontrándose con una enorme casa llena de estatuas por todos lados.

Josuke de inmediato se emocionó, y sus cuernos crecieron, iluminando el lugar. Estaba muy fascinado como para concentrarse en ser reservado y educado, así que fue directamente a inspeccionar y admirar aquellas obras. Algunas eran enormes, otras eran pequeñitas; podía ver una de árbol aparentemente muy antiguo, otra de un pájaro-humano en llamas, una más de una chica de lindo cabello largo, y también otra que juraba que se parecía mucho a Jotaro. Inconscientemente hacía sonidos de sorpresa y fascinación, enterneciendo a los dos hombres que lo observaban rondar por la casa.

Así que era cierto y no estabas loco —Comentó Polnareff divertido.

Sus cuernos son fascinantes, ¿no? —dijo, con un discreto cariño que su amigo notó de inmediato.

Realmente lo son —Asintió—. No creí que te vería así de cursi, Jotaro, creí que serías una roca andante para siempre —Rió.

El pelinegro lo observó serio, pero de inmediato una sonrisa apareció en su rostro. No podía negarlo, era cierto.

El Sopraggio pronto cayó en cuenta de que estaba siendo un maleducado, así que volvió a donde estaban, disculpándose apenado con Polnareff.

Tranquilo Josuke, no hace falta que seas tan formal —respondió el de cabello plateado, con una amigable sonrisa—, vengan conmigo.

Polnareff los llevó al andrón de aquella casa, habían unos cuatro kline acompañados de pequeñas mesas y el piso estaba decorado con lindos mosaicos de colores. Polnareff se retiró por unos segundos y luego volvió con una gran bandeja repleta de uvas, pan, fresas, y algo de vino para los tres.

Jotaro y Josuke se sentaron en un mismo kline, y Polnareff en uno aparte.

Así que, ¿cómo están últimamente? Hace unos días que no vienes a mi tienda, Jotaro —Reprochó fálsame el extranjero.

Lo siento, Polnareff, cierta persona me ha estado reteniendo en casa —dijo divertido, mientras era fulminado con la mirada por el de los cuernos—. Nos encontramos bastante bien, ¿qué hay de ti?

Igual, me está yendo excelente con las ventas últimamente y he estado trabajando en un montón de esculturas estos días, pronto voy a terminar una a gran escala de un caballo —Josuke de inmediato se vio muy interesado—, en un rato se las muestro.

El extranjero tomó una uva, algo orgulloso de sí mismo. Jotaro también comenzó a comer, mientras continuaban conversando con Polnareff, el cual empezaba a sacar temas de conversación muy diversos y bastante al azar, cosas tan específicas como «¿qué come un cangrejo?» o sus quejas sobre lo sucias que estaban las duchas públicas locales.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 14, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

『 Il Giovane con le ℭorna 』 🌒 (JotaJosu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora