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Narrador

Era un cuarto para medio día cuando ambos jóvenes se encontraron en el ajetreado aeropuerto de Nueva York, era tanta la multitud que ambos pasaban desapercibidos fácilmente, aprovecharon para hundirse en los brazos del otro y respirar su aroma por primera vez.

-Realmente necesitaba eso.- Tom besó la mejilla del chico para saludarlo.

Timothée no dijo nada, le daba miedo que alguien más los escuchara y supiera que eran ellos. Simplemente aceptó las muestras de cariño de su amigo y tomó la maleta que llevaba.

-Yo quería ser caballeroso pero esto es muy pesado.- Le entregó de vuelta la maleta.- Dios,¿qué llevas ahí? ¿La estatua de la libertad? -

- Guardo todos los regalos que me hacen en los paneles, y además llevo 2 kilos de carne seca que Haz me pidió.-

- No preguntaré porqué.- Comentó.- ¿Almorzaste? Te voy a llevar a un lugar increíble, es mi favorito.-

Lo tomó de la mano y trató de salir lo más rápido posible del lugar, lo ponía muy ansioso el hecho de estar entre tanta gente, sobre todo en ese momento.
Tom notaba que algo andaba mal, no le gustaba como trataba de esconderse Tim, sentía que se avergonzaba de que estuvieran juntos y entendía por qué pero no quería aceptarlo.

-Creí que no se podía manejar en Nueva York, ¿acaso el tráfico no es malo?- Preguntó el británico

-Si, mayormente en la ciudad pero no iremos ahí directamente. Además, estás hablando con un neoyorquino, yo conozco cada atajo posible.- Fanfarroneó.- ¿Qué tipo de música te gusta?-

-Perdón señor Nueva York.- Bromeó.- Me gusta todo tipo de música.-

-Voy a poner música yo y te advierto que mi playlist está lleno de rap.-

Tom creyó que era broma pero al escuchar las canciones que ponía entendió que era en serio, no sabía que esperar en cuanto a los gustos musicales de Timothée pero Cardi B definitivamente no estaba entre ellos.

A simple vista se imaginaba que sería algo más tranquilo y romántico, suave como Tim pero no, era todo lo contrario. Y le gustaba aún más pues su amigo se veía contento bailando y cantando al ritmo de las canciones más grotescas del momento; no podía dejar de verlo y sonreír porque aparte de que era divertido, sentía mariposas al verlo así.

-Baila, Holland. Se que también te gusta.-

-Me gusta pero aparentemente no tanto como a ti.- Se rió.- Me imaginé que escucharías algo alternativo, tal vez jazz porque te ves muy culto.-

Ambos se vieron a los ojos y se empezaron a reír.

-Tú eres el británico, me daba miedo no tener tanta clase como tú. Creí que te disgustaría escucharme cantar esto.-

-En realidad me gusta, Tim. Me gusta todo lo qué haces.-

Tim no sabía que contestar, simplemente sonrió y entrelazó sus manos. Y eso fue suficiente para ambos, no tenían que decir nada para saber cómo se sentían sobre el otro, con mirarse y sentir la suavidad de sus manos sabían todo lo que querían decir y no podían.

El resto del camino fueron tomados de la mano mientras Timothée conducía, de vez en cuando se soltaban para que el americano reposara su palma en la rodilla del británico, hablaban de cosas triviales y de lo que querían almorzar.

Al llegar al vecindario de East Village, ambos bajaron del vehículo con gafas de sol para tratar de pasa desapercibidos aunque Tom creí que era inútil pero le siguió la corriente al otro chico, quería encajar.
Entraron a Mud y el foráneo quiso sentarse pero su amigo lo jaló y le dijo que había otro lugar.

-Buenos días Tim, ¿la mesa de siempre? -

Ambos chicos saludaron al dueño y el ojiverde asintió a la pregunta. Una de las meseras los acompaño hasta una mesa que estaba separada a lo demás, estaba en la parte trasera y tenía una bella vista a el barrio neoyorquino.

En cuanto se sentaron su mesera les tomó la orden y les ofreció una bebida de la casa, la favorita de Tim, té negro con durazno.

- Ahora entiendo porque te gusta tanto este lugar, es...diferente.-

-Cada lugar de Nueva York es distinto, y este es de mis favoritos. Es vibrante, colorido, musical.- Comenzó a describir para luego tomar de su bebida.- Realmente esperaba que te gustara, siento que eres una persona artística y te gustaría conocer uno de los lugares más representativos de Manhattan.-

Una tranquila melodía de jazz y lofi ambientaba el lugar, la ciudad parecía estar en su máximo esplendor solo para los dos jóvenes; los árboles verdes se movían al ritmo del viento y el sol les regalaba una cálida tarde, todos caminaba como si disfrutaran de cada paso y sus risas se entonaran, ambos se sentían como en una película.
Si, en una película,  pero no en cualquiera sino en la que siempre quisieron estar, en la que nunca pasaba nada malo y ambos podían ser simplemente ellos; se sintieron contentos, plenos.

Después de almorzar estuvieron caminando por las calles mientras veían a todos los artistas presentarse; mujeres bailando, poetas declamando, hombres decorando las paredes con increíbles grafitis.

-Me está gustando bastante.- Ambos se sonrieron.- Timmy, hace mucho que no disfruto tanto un día libre.-

-Me alegra que te sientas así, quería que todo fuera perfecto, hoy ha sido mi día de suerte.-

Sin pensarlo dos veces, Timothée le tomó la mano a Thomas y pasó la yema de sus dedos sobre los del británico, como queriendo que sintiera su euforia.
Era la primera vez que se sentía valiente, que no tenía miedo a mostrarle a el mundo quien era realmente.

- Acaban de abrir este lugar, es una exposición de historia neoyorquina en fotografía.- Le comentó.- Deberíamos de entrar,¿te gustaría?-

-Me gusta todo lo que a ti te gusta, Timmy.-

-Vale, Tommy.-

Ninguno quería que el día terminara, querían quedarse ahí siempre, uno con el otro.

Inmarcesible | TomtheéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora