Un asesino enamorado (Andy x Chucky)

Capitulo 6

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—¡Ayuda! ¿Alguien puede oírme?

El pelirrojo encendió la única bombilla que había en el lugar, dejándose ver por dicha luz y sorprendiendo al muchacho que tenía delante.

—Hola Brad. Supongo que me conoces...

—Si... No he olvidado tu cara chico nuevo, ¿Qué tal si me desatas y solucionamos esto como hombres?

—No soy yo quien tiene problemas de rencor contigo, bastardo—. Se alejó un momento para traer consigo a un chico moreno que temblaba y que traía unas vendas en los ojos, era conducido por Chucky que acto seguido desató dichas vendas para permitir que viera cara a cara a su ya conocido agresor.

—¿Pero qué...? — Fue lo único que Andy pudo decir, cuando vió a Brad amarrado a una silla en un cuarto oscuro.

—¡Pero si me has traído al idiota de Barclay! No me irás a decir que tú, poca cosa cobarde, irás a hacerme nada, ¿Verdad?

Al final esto si que era una sorpresa, un "supuesto" regalo para que Brad enmendiese todo el daño causado al inocente de Andy. Pero él no era así, no hacía daño a nadie, y quizás era por eso que siempre se aprovechaban de él, de su buena bondad.

Alomejor si que estaba harto de todo eso.

El pelirrojo sonrió satisfecho ante la reacción del moreno, ya que éste apretaba los puños con fuerza, mientras trataba de esforzarse por no caer en sus sucios juegos. Tan solo quería irse de allí.

—Me quiero ir... Chucky.

—¿Vas a dejar que te siga tratando así, Andy? Creo que nadie le ha dado una lección—. Lo cierto era que no quería vivo a ese medio mierdas.

—Lo sabía, nadie tiene los huevos suficientes para hacer nada, ojalá os pudrais, sobretodo tu Barclay.

Nada más terminar aquella última frase, fue un estallido de emociones para Andy, que, a su vez, fueron suficientes para darle a Brad una bofetada con todas sus fuerzas y que no olvidaría nunca. Ambos chicos se quedaron totalmente atónitos, uno que disfrutaba la escena y el otro donde su mirada se volvía una de furia. Ahora si que la había cagado. Sin embargo lo que nunca hubiese esperado era que aquel bate de béisbol, causalmente el que usaba para jugar y presumir, lo hubiese cogido de las manos de aquel tal Chucky.

Quién diría que Andy fuese a unirse con el asesino al que él mismo temió y apartó de su lado por miedo.

Pero todo tiene un límite, ¿Verdad?

—¡Agh! Eso es mío, ¡Devuélvemelo o mueres!

Sus manos se apretaron contra el cacho de madera, sujetándolo firme mientras se hacía la idea de lo mal que estaba todo aquello y a su vez lo bien que se sentía pensar que dar su propio merecido quizás dejaría de molestar a los más débiles, para siempre. Inevitablemente también pensó en la situación de Nico.

Hundido en sus pensamientos, oía de lejos las voces de Brad amenazándolo y dejándolo en ridículo, algo que al final terminaría en un golpe directo a la cabeza del matón, provocando que lo dejara aturdido y adolorido. Un hilo de sangre caía sobre su cabeza bajando hasta la mejilla.

—¡Ah!— Andy dejó caer el bate contra suelo y se miró las manos, después miró el cuerpo que, por suerte, no estaba muerto. Segundos después se echó a llorar como nunca antes de la rabia y por pena.

Tan solo deseaba que aquello hubiera terminado ya, se sentía aliviado, el sentimiento de haberse vengado después de tantísimos años incansables de bullying, había llegado a su fin.