Recuerdos de cristal

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Una cálida familia que siempre lo apoyaba sin importar lo que le pasara o la condición en la que se encontrara, un amigo que le defendía, animaba y daba alternativas similares a su sueño y le ayudaba, un cielo azul con hermosas nubes blancas reflejando el sol y sentir ese aire de libertad.
Al menos gozaba de esas hermosas sensaciones y podía crear una personalidad a partir de ello, ¡JA!, esa no era más que unas de sus muchas fantasías  que le acarreaban cuando el joven ya no lo soportaba más.
Esos hermosos recuerdos jamás existieron, pero daría lo que fuera para que un solo día fuera de esa manera, ya tenía suficiente de todo, y para ser un inocente niño de 6 años su mundo era una tragedia.
Una herida punzante lo regresó a la realidad; el no estaba en un lugar que pudiera llamar "hogar", todos los días era maltratado y siendo llevado hasta el límite en un laboratorio del gobierno donde todo el tiempo era una tortura para un puñado de niños sin quirk. El menor sintió como la reciente sensación le succionaba sangre y acto seguido era arrastrado de vuelta a un cuarto totalmente blanco.
El niño solo podía llorar en su sitio pidiendo ayuda en leves sollozos, sabía que era imposible que eso pasara, pero si se rendía terminaría todo.
En su sitio el niño de cabellera verde comenzaba a quedarse dormido mientras recapitulaba la verdadera historia de su vida; el hecho de no haber desarrollado un poder fue un fuerte golpe para él, su madre y su supuesto amigo.
A partir de ese evento comenzaron a agredir a su familia dos años, su mamá en ese tiempo se volvió violenta y culpaba a Izuku de todas las tragedias de su vida, Bakugou le hacía burla y maltrataba por ser diferente, y en ambos casos le reiteraban que el no podría cumplir su sueño, solo cuatro años le duró la felicidad, y con ello se las arregló para crear una personalidad alegre.

Es una lástima que al final a su personalidad se le sumara una forma de pensar tétrica.

Un día de verano una señora bien trageada tocó a la puerta de los Midoriya y la madre del infante atendió. ¿Quién diría que ese sería el fatídico día en el que Izuku perdería la libertad?
Esa señora le ofreció un trato a Inko, comprar la custodia del menor y que ella desapareciera de Japón sin dejar rastro alguno con una cantidad de dinero exorbitante, que, fácilmente alcanza para vivir acomodado por el resto de su vida, y sin dudas la madre aceptó sin pensarlo dos veces.
Izuku recuerda como ese día lloraba y gritaba por ayuda mientras trataba de aferrarse a su mamá y como ella se negaba mientras era llevado por la fuerza a una camioneta.
El pequeño soltó un par de lágrimas y se dejó caer en un profundo sueño, porque si no mantenía las energías para todo lo que le repararía mañana moriría como muchos de los niños que llegaron antes que el.
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En sus principios, cuando Izuku llegó a aquel escalofriante lugar no pensó que fuera tan malo, tenía un cuarto limpio, comía tres veces al día y velaban por su educación, una muy estricta para un niño de seis años, pero al menos no se metían con el.
Los niños de ese lugar eran raros, tenían una mirada muerta y siempre desaparecían, el pequeño con pecas simétricas se preguntaba la razón pero al poco tiempo lo comprendería en carne  y hueso.
Un día cualquiera entraron a su habitación y lo llevaron a una especie de quirófano donde antes de hacer cualquier cosa dijeron "Empezando con la primera experimentación del sujeto 531A7", el pequeño no sabía que ese experimento decidiría si viviría o moriría, pues involucraba a su sistema nervioso y para ser sinceros, la operación fue muy ruda; no usaron anestesia porque querían ver el funcionamiento de los impulsos nerviosos del chico, el dolor era inconmensurable, el niño gritaba a más no poder, en un punto llegaron a abrir un agujero en la cabeza del infante y le enterraron jeringas con sustancias de dudosa procedencia que hicieron que el cerebro le ardiera y que poco a poco ese dolor se propagara por todo su cuerpo, un rato después la "operación" finalizó y en el instante en el que le trataron las heridas el menor se desmayó.
El tener mucha resistencia al dolor fue lo peor que le pudo haber pasado a Izuku, pues todas las operaciones realizadas hasta ese día las pasó completamente conciente.
Ya había perdido la cuenta de las veces en las que le hicieron tales atrocidades, pero ese no era el único trato que le daban; pues el oji-esmeralda recibía algo que llamaban "reabilitación", donde le hacían ganar rendimiento día con día pero no era un trato delicado, al contrario, era deporte exaustivo durante horas y clases de defensa personal, sus estudios seguían en pie, siendo algo a nivel universitario, pero eso era algo normal en aquel sitio y el menor no tenía idea de saber nada del funcionamiento del mundo exterior, todo lo que conocía era un entorno color blanco donde todo el tiempo era mal tratado y eso le parecía normal.
Día con día sentía como llegaba a su límite.
Podríamos decir que no todo era violencia en ese lugar, ya que cada cierto tiempo le daban a los niños dos horas para que hablarán entre sí, todos, incluyendo a nuestro querido protagonista ya poseían una mirada sin vida, pero el que resaltaba entre todas esas personas apagadas era Izuku, el cual ya empezaba a olvidar su nombre y se presentaba como su número de serie de tanto escucharlo, el infante siempre sonreía y mostraba una actitud enérgica y ¿Positiva?, Era dudoso  porque parecía un niño normal, pero ese niño ya estaba transtornado y una personalidad calculadora, maquiavélica, fría y tétrica se formaba detrás de lo que podría ser una linda sonrisa infantil, y los encargados de llevar los estudios lo sabían, ese niño era aterrador...
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Esos eventos nos llevan de nuevo a la situación actual dónde el infante cae dormido.

Dicen que uno olvida los primeros años de su vida, pero para el pequeño sería algo imposible porque todo su cuerpo tenía marcas que gritaban cada suceso ocurrido, y eso era lo más desgarrador, el no tener siquiera el derecho a olvidar...

Vulnerable (Villain Deku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora