9

2.7K 96 31
                                    

Roberto la llevaba de la mano. Sus dedos entrelazados. El cielo estaba teñido de un color naranja, casi rojo. Las nubes pasaban encima de sus cabezas muy rápidamente. Hacía mucho calor. Sentía su cuerpo muy pesado, las piernas le temblaban del cansancio. Habían caminado mucho y aún había mucho camino por recorrer. Iba con su mirada hacia el piso, cuidando de no lastimarse con alguna rama.

- Itzi - la llamó Roberto. Ella levantó su mirada al frente y se encontró con el camino en medio de los frondosos árboles selváticos, que llevaban recorriendo hacía horas.
Aunque su cuerpo estaba cansado, era extasiante ver la amazonía peruana que se extendía ante sus ojos en todo su esplendor, y junto a ésta los ojos de Roberto, su brazo estirado hacia ella y su mano agarrada de la suya. Él le sonrió, tratando de darle ánimos.

- Itzi - volvió a llamar, - ¿estás bien?

- Sí, sí. - contestó. Ella no se encontraba muy bien, pero quería terminar la caminata. - ¿Cuánto falta?

Roberto rió burlonamente. Soltó su mano y se acercó a ella tomándola de las piernas y elevándola en el aire. Corrió varios metros con Itziar agarrada de su cuello.

Aunque era imposible que él la cargara el resto del camino y aunque ella sabía que él solo estaba jugando, fue reconfortante estar en sus brazos un momento, pues esos instantes con él eran los que le devolvían la vida. Esa simplicidad suya.

Itziar protestó dando suaves palmadas en la espalda de Roberto y él casi cae junto con ella al esquivar una rama en el piso. Las risas estruendosas de ambos terminaron por perderse entre los sonidos de la selva.

- No podemos quedarnos aquí, Itzi. - le dijo Roberto cuando la dejó segura en tierra. - Pero podemos esperar un momento a que te recuperes.

Él se volteó en dirección a algunos compañeros que iban un poco más adelante para pedir que esperen.

-No, no, sigamos - ella apoyó las manos en sus rodillas.

Él le sonrió.

- Ven - le dijo tomándola de la mano y retomando la marcha. - Ya no falta mucho.

Itziar inhaló profundamente y continuó caminando. Entonces la selva fue perdiendo su intenso color verde y el sonido del río poco a poco se convirtió en el sonido de las cuerdas de una guitarra.

Roberto estaba sentado frente a ella, su vista fija en el mástil del instrumento y en su voz la letra de una canción.

- Ahora tú Itzi, vamos - dijo Roberto levantando la mirada hacia ella.
Itziar empezó a cantar moviendo su cuerpo al ritmo de la música y Roberto continuó cantando un poco por debajo de su voz.

Cuando sonaron los acordes finales en la guitarra Roberto se acercó a Itziar para darle un beso corto en los labios. Ambos sonrieron y siguieron cantando hasta que el escenario volvió a cambiar.

Ahora estaban en su casa en Basauri, ambos sentados en el filo de su cama. Roberto se cogía la cabeza con ambas manos y estaba al borde del llanto. Itziar sentía una fuerte opresión en el pecho. Sabía que ella no podía hacer más que estar ahí, que no podía solucionar los problemas de él, aunque hubiera dado todo por poder hacerlo.

No tenía palabras. Se quedó sentada junto a él, viéndolo derrumbarse, sin poder hacer nada. Se sorprendió cuando Roberto volteó a verla, pues sabía que a él no le gustaba que nadie lo viera llorar, pero así le demostraba cuánto confiaba en ella.

- Perdona que me ponga así, Itzi - él le dijo con tristeza. Itziar miró sus ojos y supo que esa muralla que él siempre ponía en sus sentimientos estaba cayendo. Lo abrazó fuertemente y besó su cabello. Le dejó sentir que aunque ella no tenía soluciones, le iba a ayudar a encontrarlas y si no, se hundiría con él, porque los dos navegaban en el mismo barco.

Locura || Itziar y Álvaro ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora