- Capitulo 26
-______, déjame hacerlo oficial-dijo y quitó una de sus manos de detrás de su cabeza para levantarme el mentón delicadamente y hacer que lo mirara-Me gustas tanto, cada día parece crecer este sentimiento magnífico dentro de mí; y ahora que sé que por algún extraño milagro me amas también, quiero compartir mi vida contigo. ¿Me concederías el honor de ser aquel que te seque las lágrimas que puedas derramar, de ser ese que te abrace cuando haya frío, de ser el que tenga la dicha de besarte cada mañana, de formar parte de tu mundo con el gozo de ser tu novio, me lo permites?Me quedé muda, perpleja de su perfecta declaración; parecía como si me estuviese pidiendo matrimonio, y le regalé una sonrisa a la idea que se había producido en mi cabeza. ¿Matrimonio? Jamás me había visto a mi misma pensando en matrimonio, pero con Carlos la idea parecía incluso provocadora. Pero volví a la realidad.
-¿De verdad quieres de novia a una chica como yo? Imperfecta y torpe.
-Para mí eres perfecta, pero lo de torpe no te lo discuto-sonrió.
Le miré de mala gana por un segundo porque al siguiente su mirada me derritió.
-¿Dime entonces, me aceptas?
-Sí-dije y lo abracé aun con más fuerza y recosté de nuevo la cabeza sobre su pecho.
-¿Me creyeras si te dijera que soy la persona más feliz que pueda haber en este mundo? Por fin eres mía-me acarició los cabellos desde la raíz hasta la punta haciendo que esa corriente eléctrica me recorriera la espalda-Ya es tarde. Duerme, amor mío-besó mi cabeza de nuevo y volvió a recargarse sobre el respaldo de la cama, pero esta vez sus manos rodeaban mi cuerpo.
Tenía a mi Roberto, no dentro de un sueño; sino en la realidad, velándolos. Tardé muy poco en perder la conciencia, con lo mucho que me encontraba cansada no se me dificultó en nada pegar los párpados. Me dormí abrazada de mi realidad mientras que el exquisito y dulce aroma de su cuerpo se metía por mi nariz cantando una canción de cuna dentro de mí.
Temía despertar y que todo hubiese sido un sueño. Pero entonces me sentí atada a su cuerpo y su aroma seguía bailando libremente por mi nariz, entonces el alivio se infiltró inundándome de paz. Sus dedos jugueteaban con mi cabello mientras que su vista se posaba en la ventana. Su semblante era tan tranquilo que de alguna forma me contagió.
-Buenos días-musité.
Él me miró y sus ojos destellaron de luz. Me sonrió.
-Buenos días-dijo con toda la magnificencia de su sonrisa.
-¿Qué hora es?-pregunté.
-No lo sé, quizá pasa de las ocho de la mañana pero aun no son las nueve-dijo mirando de nuevo hacía la ventana.Me acomodé en la cabecera de la cama y él me soltó para que lo pudiera hacer. Miré su cabello despeinado, que brillaba con la tenue luz de los rayos de sol que se lograban escabullir por los orificios de la madera y por la ventana. Era tan perfecto, que no podía creer que fuera de verdad mío. De pronto me abrumó la realidad, ¡por supuesto que era mío! Y tenía que hacérselo saber a mis padres. Una nueva punzada me taladro la cabeza. Mis padres. Carlos notó mi tensión y me miró intrigado.
-¿Qué pasa?-quiso saber.
-Carlos…-no podía ni siquiera formular la idea en mi cabeza de las palabras tan pesimistas que sé que me darían mis progenitores.
-¿Qué ocurre, _____?-preguntó ahora con una leve nota de preocupación en su voz.
-Mis padres… ¿cómo les daré la noticia de que… tu y yo salimos?
-¿Tus padres? Pero, no están aquí-dijo aun sin comprender.
-No, pero en un mes vuelven.
Carlos percibió muy bien el miedo que me embargaba en ese instante y con una caricia en la mejilla trató de tranquilizarme.
-Tranquila, _____. No es para tanto, sólo les anunciarás que tienes novio. Malo si les dijeras que estás embarazada o algo por el estilo-se encogió de hombros.
Le dí una mirada asesina, para él no era gran cosa; pero para mí, quizá el fin del mundo.
-Carlos, no entiendes; mis padres son muy… sobre protectores-dije torciendo el gesto.
-Tienes diecinueve años, _____. Creo que puedes tomar decisiones tú sola. Además, no estarás sola cuando se los digas, yo estaré siempre a tu lado.
-Eso si quieres ser asesinado por mi padre.
Abrió los ojos de par en par.
-¿Es en serio?-preguntó un poco asustado.
-No-reí-no creo que te asesine, hasta ahora no he sabido de miradas que maten de verdad o palabras que lo hagan.
-Bueno, eso es un alivio; para ti y para mí. Sobre todo para mí. Pero no pienses en eso ahora, _____. Primero tenemos que darles la noticia a todos los demás-se quedó en silencio por un momento-Creo que será mejor que nos vayamos ahora, estarán bastante preocupados por nosotros.
-¿Decirles a los demás?-pregunté con voz ahogada. No era nada comparado con decirles a mis padres; pero me incomodaba también.
-Sí, ¿algún problema?
Muchos, pensé. Kendall y Lola tenían muy en cuenta que yo tenía un rencor hacía Carlos Quizá Josh y Andrea no se percataron mucho de mi pasajero sentimiento, pero sabía que al menos los primeros dos, me harían una burla terrible y me pedirían información que en realidad, deseaba guardar.
-¿Y si… nos guardamos el secreto un poco?-pregunté como quien no quiere la cosa.
-No entiendo el porqué.
-Bueno Kendall-dije su nombre y al instante puso mala cara-y Lola…
-¿Qué hay con Kendall?-quiso saber.
Sus celos eran algo tan tierno y dulce que en vez de darme problemas, me hacían sentir un nuevo puñado de mariposas en el estómago.
-Carlos. No estás celoso, ¿verdad?-dije sonriendo-¿Qué tienes en contra de Kendall?
-¿Recuerdas que pensé que Kendall era tu novio?-preguntó y yo asentí-Bueno, lo pensé porque de verdad parecen-dijo y su rostro se endureció.
-Carlitos, deshazte de esa idea. Escucha, Kendall es mi mejor amigo, y siempre lo será. No tienes por qué asustarte, ya que él está enamorado de Lola, y entre nosotros no hay más que una amistad de años; crecimos juntos, y para mí es como un hermano. No podría enamorarme de mi hermano ¿verdad?-levanté una ceja.
-No, pero…
-Pareces un niño pequeño-lo atajé y reí.
El me dio una sonrisa pero me pareció muy carente de alegría.
-Pero, ¿por qué no quieres que se enteren?-preguntó.
-Bueno, no es que no quiera que se enteren, lo harán pero no hoy. Conozco a mis amigos, me harán una burla tremenda.
En realidad no me importaba mucho lo que la gente pensará o dijera de mí. Sin embargo, esta vez era distinta, se trataba de mis amigos y de mi novio.
-Bueno-musitó-si el lo que quieres. Vamos, será mejor que nos vayamos ya-se paró de la cama y se colocó la camisa que la noche anterior había dejado en el respaldo de la cama para que se secara.
-No estás contento-dije.
Terminó de colocarse su camisa y me miró.
-Si a ti eso te hace feliz, a mi igual; pero no te voy a negar que quisiera tener la libertad de poder demostrar que te quiero.
Allí la conciencia habló, no era justo lo que le estaba haciendo a Carlos. Me mordí el labio inferior pensativamente y luego di luz verde a un suspiro.
-Colócate tu ropa, aun hace frío-dijo entregándome el trío de prendas que había aventado la noche anterior convirtiéndolas en un bulto mojado, y a pesar de eso se habían secado.
Tomé el pantalón deportivo y me lo puse, pero me quedé indecisa con la blusa verde que tenía en las manos.
-¡Oh! No miraré-dijo al comprender el porqué de mi recelo-Te espero afuera-se acercó a la cama en donde yo estaba y besó con ternura mi frente, luego salió por la puerta de la cabaña.
En realidad lo había pensado y repensado como mil veces en ese pequeño instante y definitivamente era algo injusto para Carlos. Le estaba negando lo que quiso hacer desde hace mucho, y eso me hacía parecer la mala de la película, la bruja malvada de los cuentos de hadas. Fruncí el ceño y me puse la blusa después de haberme quitado el suéter de Carlos con el que había dormido; luego deslicé los brazos por las mangas de mi chaqueta negra. Me estiré una vez vestida y me paré de la cama para encontrar a Carlos afuera. Era increíble como todo había cambiado. Hace unos años era la chica fría que no creía en el amor, hace unos días me descubrí enamorada, hace veinticuatro horas lloraba como ánima en pena de desamor y ahora, tenía a mi lado al chico de mis sueños. Me parecía un cuento de los que oía junto a Kendall cuando era pequeña, donde la princesa sufría pero al final encontraba un final feliz con su príncipe azul; pero esto más que un final feliz, sabía que era sólo un principio.
Salí al encuentro con mi novio. Me sentía extraña al pronunciar aquella palabra que pensé había borrado de mi diccionario, pero últimamente lo inesperado era algo que repentinamente me ocurría.
-Carlos-musité y el me miró de prisa, colocando toda su atención en mí-¿De verdad quieres compartir esta noticia con los demás? Porque si es lo que tú quieres, entonces está bien. Yo también lo quiero-susurré jugando con los hilos sueltos de la manga de mi chaqueta.
-No te estoy forzando-musitó.
-No, de verdad, yo sé que no. Pero ahora que lo pienso, quiero lo que tú quieres.
-¿Y eso es…?
-Poder demostrar cuánto significas para mí.
Él simplemente sonrió ante lo que estaba escuchando y acto seguido me abrigó entre sus brazos y me sentí, como en las alas de un ángel. Le entregué su suéter una vez que nos separamos y me tomó de la mano para comenzar a caminar. Yo me había perdido y desconocía dónde es que me encontraba, sin embargo él conocía gran parte de este bosque y una vez más, había llegado a salvarme. El sol de la fresca mañana alumbraba tenuemente entre los árboles mientras que el frío bailaba con delicadeza a través de nuestros cuerpos. La curiosidad a veces me llevaba a punto muy extremos; ya que justo ahora me pedía a gritos que la sacará al exterior; aun cuando Carlos me había dado una gran explicación acerca del porqué actuaba así y me había dejado en claro que me quería; la curiosidad por saber en quien se había inspirado para crear aquellos bellos escritos me invadió con fiereza.
-Carlos-dije, aferrando mi mano más a la suya para no caer entre las enredaderas del suelo de tierra.
-Dime.
-¿De dónde sacas la inspiración para componer canciones tan bellas?
-¿De verdad quieres saber?-me miró.
-No lo sé, ¿quiero?-vacilé y reí reprimiendo la mueca de angustia que me golpeó en ese momento.
Él suspiró con aire enamorado.
-Ver tu sonrisa estallar en tus labios es como ver una estrella fugaz: hermosa, mágica, perfecta…-susurró.
-Carlos ¿intentas cambiar de tema?-lo atajé frunciendo el ceño.
-Eres torpe, _____-rió-Te estoy mostrando de dónde saco mi inspiración. Cada vez que estoy y no estoy contigo, cada palabra que me dices, tu sonrisa, el largo de tu cabello, los espejos de tu alma que me miran… No sé tú, pero yo creo que eso es suficiente inspiración como para componerte una canción.
-¿Las compones para mí?
Entonces recordé en un pensamiento fugaz aquella libreta azul que era llena de bellos poemas, convertidos en canciones.
-Desde la primera hasta la ultima que he escrito.Me sentí especial, única, y no pude evitar que el rubor corriera por mis mejillas.
Caminamos por un rato más, quizá diez o quince minutos, no tenía conciencia del tiempo, no tanto por que ahora padeciera una confusión que me nublara la mente como el día de ayer, sino porqué compañía más hermosa no podía tener; y eso hacía que todos mis sentidos se concentraran sólo en Carlos. Paramos de pronto, y a unos siete metros pude visualizar nuestras cabañas, por fin habíamos llegado.
Kendall y Lola permanecían afuera, con el rostro algo tenso y no hablaban entre ellos, ¿es que habrá ocurrido algo malo entre ambos? Nos acercamos más, y pude sentir el suave apretón de mano que me dio Carlos aferrando ambas como si quisiera que nunca se soltaran. Entonces me di cuenta que aun me llevaba de la mano. El ruido entre las enredaderas de las ramas al pisar hizo que Kendall y Lola nos mirasen.
-¡_____! ¡Carlos!-dijeron al unisón en tono de alivio y corrieron a nuestro encuentro.
Carlos no me soltó la mano.
-¿Dónde estaban? ¿No les pasó nada? ¿Porqué se fueron?-interrogó Kendall examinándonos.
-¿Estás demente, _____?-inquirió Lola-¿Tienen idea de cuánto nos preocupamos?
Su regaño me hizo recordar a mi madre.
-Estamos bien-musitó Carlos-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.**Solo faltan 2 capitulos para el final de la novelaaa!!
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