Su Nombre

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- Capítulo 4 Parte I

El cielo pintaba sus tres colores típicos del atardecer; me encontraba sentada en uno de los columpios del parque, deleitandome con el hermoso regalo que el cielo pintaba para mi.. la belleza de un atardecer.

Y entonces sentí que alguien me daba un leve impulso, no había necesidad de girarme bastaba para concluir que era él.

-¿Cómo apareciste?- pregunté tratando de controlar mis ganas de volverme hacia el.

Alcanzé a escuchar como soltó una delicada risita.

-¿Acaso eso importa? Siempre lo hago.

Su aterciopelada voz pareció una perfecta melodía entonada en mis oídos.

-¿Quien eres?

-Estoy más cerca de ti de lo que tu crees..

-Maldición! ¿Quieres darme una respuesta concreta?

-Oye, ¿qué dijo Kendall acerca de las maldiciones?- su voz seguía siendo tan suave a pesar de que la mía se había elevado un poco- por qué no lo cambias por algo más.. sencillo.

-Si no me vas a decir quien eres, ¿podrías al menos darme un nombre?

-Si que eres insistente ¿no?

Otra de sus risas estalló delicadamente en mis odios, mientras seguía dándole un leve impulso a la silla metálica que me columpiaba.

Sentí como se acerco a mi oído, y entonces susurro.

-Me llamo Roberto.

Me giré rápidamente, esperando que por la nula distancia alcanzaría a mirarlo..

Y el horrible pitido del timbre empezó a sonar en mi cabeza, alguien llamaba a mi puerta.

Me levanté a regañadientes y bajé por las escaleras tomando mi cabeza para intentar aplacar mi desordenado cabello.

-¿Kendi?- dije al ver su cabello alumbrado por el sol que me obligó a cerrar los ojos.

-¿Estabas dormida?- masculló introduciendose a mi casa- son las nueve de la mañana!- agregó escandalizado y en tono de burla.

-Es domingo Kendall- me encogí de hombros mientras cerraba la puerta de la entrada.

-Bueno, y ¿estas lista?

-Lista para que?

-Para buscar a tu chico!- musitó como si fuese obvio.

-¿Ahora? ¿Ya? Pero hay mucho tiempo aún!

-Nunca subestimes el tiempo ______, así que vamos, anda a cambiarte, no querrás salir en pijama ¿cierto?- enarcó una ceja.

Puse los ojos en blanco y me volví hacia las escaleras, Kendall iba detrás de mi.

Busqué entre mi desordenado armario una falda de mezclilla con un poco de volumen que llegaba a media rodilla, y una blusa de manga corta, de esas que parecen que llevas chaleco encima, en tono violeta.

Me giré a ver a Kendall quien se encontraba sentado en la cama.

-Te volteas, por favor?

El se paró y fue a vacilar con las cosas que tenía en mi escritorio.

No me incomodaba cambiarme en una habitación donde Kendall estuviera; es mi mejor amigo, me ha visto es sólo dos prendas.. Pero a pesar de eso; el respeto es algo que nunca deja de lado.

Me cambié rápido y me puse unos zapatos sencillos; nunca me ha gustado usar sandalias, mis pies son una da las partes de mi cuerpo que no me gustaba mostrar, sólo mis padres y Kendall los conocían.

-Ya- musité indicándole a Kendall que había terminado.

-Linda ropa-musitó como aprobación de mi vestuario.

Le dí una sincera sonrisa y cepillandome mi cabello, lo sujeté en alto. Ambos bajamos a la sala. Kendall abrió la puerta indicándome que saliera.

-Las damas primero- dijo como todo un caballero.

-Ni siquiera he desayunado!- protesté.

-Desayunaremos afuera, vamos!!

Me tomó de la mano y me llevó hacia el exterior. Me indico que subiera al auto y como una niña pequeña obedeciendo a su padre, lo hice.

-¿Y adónde quieres ir a desayunar?- preguntó regalándome una radiante sonrisa.

-Si en realidad me conocieras, no hicieras esa pregunta.

-Bueno, pensé que querías variar- se encogió de hombros.

-Ambos sabemos que queremos ir a Mc Donald's, así que conduce.- sonreí.

Tanto a Kendall como a mi nos gustaba comer en Mc Donald's; era uno de los tantos gustos que compartíamos. Llegamos.

Una vez sentados en la mesa con nuestra comida enfrente, comenzamos a hablar, a Kendi se lo notaba emocionado.

-¿Y?- musitó clavando sus verdes ojos en mi.

-Y.. Que?- dije haciéndome la desentendida.

-Vamos _____, sabes a que me refiero. ¿Para qué salimos hoy?

-No creo que lo encontremos aquí- dije con un aire de burla y sonreí.

-Dime que conseguiste su nombre.

-Esto parece una investigación policiaca-volví a reír. Sin embargo Kendall se dio cuenta de mis intenciones por evadir el tema.

-_____- masculló con aire de amenaza y enarcó una de sus gruesas cejas.

Suspiré resignada.

-Roberto.. me dijo que se llamaba Roberto..

Una sonrisa se dibujó en los labios de Kendall dejándome ver sus perfectos y blancos dientes. Pero mi rostro se teñía de un matiz de tristeza, uno tan leve que sólo Kendall sería capaz de conocer.

-¿Qué pasa?- preguntó preocupado.

-¿Te imaginas cuantos Roberto puede haber en el mundo?

-Bueno, alguna seña en particular a de tener- trató de animarme.

Y entonces recordé, aquel sueño donde le había observado su bellísima sonrisa.

-Tiene una sonrisa que puede derretir a cualquiera.. - dije pero al instante sacudí la cabeza en forma de desaprobación - Kendall ¿por qué hacemos esto? No es real! Es ridículo, una locura, totalmente absurdo!.

-______, ¿de nuevo con eso?- me miro decepcionado- recuerdas que fue lo que nos paso cuando teníamos 14 años? Particularmente ¿que fue lo que me paso a mi?

-Te.. te diagnosticaron diabetes- musité con una voz casi inaudible.

-¿Y recuerdas como me deprimí por eso? pensé que el mundo llegaba a su fin; y me dije ¿para qué seguir viviendo con ese dolor? es absurdo.

Pero hubo unas palabras de mi mejor amiga que me sacaron de la oscuridad.. "La vida es dura, absurda, ridícula, completamente una locura y es por eso..

-Que vale la pena vivirla"- mascullé terminado la frase.

Miré a Kendall.

Los sueños pueden llegar a ser realidad..- musité haciendo que Kendall esbozara una sonrisa de satisfacción.

Hablamos por un rato más respecto al mismo tema, y el mismo objetivo; encontrar entre todo el mundo a un chico que en un 85% podría ser irreal.

Kendall me dejo en casa, apenas me paré sobre el umbral de la puerta y alguien solicitó mi atención.

Just a Dream (Carlos y Tu) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora