DOS

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—¡¿Se puede saber por qué no habéis traído a Trunks con vosotros?!

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—¡¿Se puede saber por qué no habéis traído a Trunks con vosotros?!

Acababa de revivir por los pelos y ya tenía a Bulma encima haciéndole reproches. No a la del futuro, sino a la suya

Antes de partir, habían dejado en el presente algunas habichuelas mágicas, de reserva. Por tanto, sólo quedaban cuatro en total.

Sin abrir la boca, se levantó del sofá, cruzaron miradas y él, siguiendo su costumbre de quedarse las explicaciones para sí, salió por la puerta y, luego, emprendió el vuelo. Kakarot hablaría por él con Bulma. No debía perder un maldito segundo.

Habían dejado a su hijo a cargo del cuidado de su madre y de un puñado de gente más, débiles e incapaces todos de hacer nada contra esa alimaña con cara de idiota y su compañero el psicópata. Lo mismo le daba si era un dios de ese universo o de otro cualquiera, si compartía su época o si aún no había nacido. Ese maldito lo iba a pagar bien caro.

Tenía un día de margen para que Bulma pudiera llenar el tanque de combustible de la máquina, solo un miserable día para romper de nuevo el límite y dejar de ponerse en vergüenza contra alguien que se parezca a Kakarot y que no sea capaz de aprovechar ni el veinte por ciento de su potencial. Un día para poner a salvo a lo que más le importaba en ese mundo y en el futuro, el que alguna vez otro Vegeta también quiso proteger, pero que se quedó a medias.

Eso no iba a volver a pasar. ¡Por su orgullo que eso no volvería a pasar!

"Maldita sabandija de pelo rosa... ¡¡Yo seré el que lo haga pedazos!!"

Apretó el vuelo y partió el cielo en dos a su paso hasta llegar al templo de Kamisama, directo a su interior.

Ese imbécil de Kakarot había dejado a su hijo fuera y a Bulma. Más le valía aprender pronto esa técnica del anciano para encerrar al otro sujeto inmortal. Y que funcionara, o se las vería con él después de aplastar a Black con sus propias manos.

Dende lo había visto venir, pero no calculó bien su velocidad de crucero, por lo que tuvo que apartarse de su camino in extremis cuando pasó por la plataforma como un rayo.

Cerró la puerta del templo tras él y observó la inmensidad que se abría paso a lo ancho, largo y alto de la sala. Respiró hondo. El aire era tan pesado que siempre le producía náuseas los primeros minutos, pero sonrió por la oportunidad que tenía delante. Hubiera sido mejor el bastón de Whiss, pero odiaría tener que pedirle nada a ese estirado. Con él no podía contar para una urgencia así y menos con los remilgos que tiene con el tema de los viajes en el tiempo. Pero para que lo invitaran a comer siempre está disponible, eso sí.

No había razón para lamentarse ni para gilipolleces. Por largo que pareciera un año, todo el poder que incrementara no sería suficiente si dejaban que esas sabandijas siguieran haciendo esa clase de trampas. Y para Bulma y Trunks que aguardaban en el futuro, ese mísero día que estarían solos frente al peligro sería tan largo como el año que viviría él allí.

Azul y negro: Eterno || VegeBulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora