Margaret

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Cuando vio que todo estuviera quemado al 100% activo la propulsión de salir volando, pero solo duro como 1 minuto en el aire cuando cayó de picada.

Por fortuna el traje lo amortiguó la caída e impacto con el desierto.

Había sobrevivido, la cosa era que lo encontrarán vivo ahora. Camino por unas horas hasta que pasó un avión, lo cual fue un rayo de luz y esperanza para él puesto que tendía una bandera de los estados unidos por lo que solamente hizo una seña de paz al ver que este aterrizaba en el desierto y se hincaba dando gracias al mundo por salvarlo.

Vio bajar de ahí a su mejor amigo Rhodey y volvió a sonreír con más fuerzas, iba a volver a ver a sus hijos, no tenía dudas ya de ello.

—Que tal la fiesta. —Tony solo se rio del comentario, la verdad es que había sido ante toda una experiencia que le habría los ojos. —En la próxima vienes conmigo ¿ok?

Tony asintió y dejó que el beta lo ayudará a llegar al avión, volteó para atrás, no olvidaría a Yinsen ni en mil años.

Hicieron una parada para curar las heridas de Tony y no se sorprendió de ver a la mujer que entró con lágrimas en los ojos.

—Hola Peggy. —Dijo con una sonrisa y lágrimas en los ojos, después la beta solo lo abrazó.

— ¡Por dios Tony!, ¡No vuelvas a hacer eso NUNCA! —Decía la soldada llorando, haciendo que el omega solo se acurrucaba y lloraraba más. —Ya perdí a Steve, no quiero perderte a ti amor... ¡Quién se quedaría con Peter! No sabemos cómo hemos estado peleando su tutela.

Tony sonrió, sabía que su hijo no iría a un orfanato. No tenía muchos amigos pero sí los suficientes para que se hicieran cargo de él.

—Déjame adivinar; Happy, Rhodes, Cho, Pepper, Kenner y tú

Margaret asintió con la cabeza y le esbozó una sonrisa.

—Quítate la camisa. —Le pidió la mujer mientras sacaba de un botiquín lo necesario para ayudarlo, pero Tony la vio con terror.

—Peggy, pasó algo cuando fue la explosión. —La mujer puso una cara de horror y Tony solo optó por tragar seco.

— ¿Qué sucedió?

—Metralla. —Dijo firmemente pero ella negó.

—La metralla es un arma muy sofisticada, tú más que nadie sabe que no se quita del cuerpo y te destruye en minutos, tal vez un día se eres Steve.

Peggy lo observó y el suspiro quitándose la camisa, dejando en vista el reactor el cual la mujer vio entre sorprendida y curiosa.

—Tony.

—Es un reactor ARC en miniatura, cree el Mark 1, un modelo de Iron Man... Así logré escapar. —Le dijo con una sonrisa la cual ella le regresó y empezó a curarlo, sin tocar la luz de su pecho.

—Steve estaría tan orgulloso de ti.

—No es cierto. —Negó con una falsa sonrisa. —En la cueva conocí a un hombre, Yinsen. Tenía como 50 años y me ayudó en todos los planes de escape, me dio esperanzas y fe... Se sacrificó por mí.

—Creía en ti.

—Esa es la cuestión, me pidió que no desperdiciara mi vida pero ya no sé cómo. —Las lágrimas volvieron, por un momento quitaría la máscara de Tony Stark el millonario, playboy, filántropo que lo caracterizaba ya.

Margaret se sentó enfrente de él, dejó de curarlo para ponerle atención a una herida más profunda, más psicológica.

—Ya no soy el hombre del que Steve se enamoró, ni siquiera puedo cuidar bien de Peter o Harley, no puedo dejar la fiesta, el alcohol... mi parte omega está muerta y la otra parte también quiso rendirse allá dentro de esa cueva.

—Pero no se rindió.

Margaret le sonrió y después le ayudó a ponerse un yeso para su mano.

—Anthony lo que te pasó te abrió los ojos pero de ti depende si siguen cerrados o no. —La chica lo ayudó a pararse. —Este es el momento en donde puedes decidir qué hacer ahora. Seguir como estaba tu vida o por fin ser el superhéroe que necesitan tus hijos y tu esposo.

—Steve está muerto. —Peggy negó.

—El estará vivo, siempre y cuando tú y yo lo recordemos. Siempre y cuando Peter sepa quién es su padre y el mundo se entere de quien fue el Capitán América.

Margaret me ayudo a abrocharme la camisa y ponerme el saco.

—Ya vuelve a tu casa.

— ¿Tú no vendrás? —La mujer negó, ella estaba atorada en unas misiones de ahí, a parte también suponía que debia entrenar a su sobrina Sharon, que habia entrado al ejército hace poco. —Le diré a Peter que le mandas saludos.

—A todos les mando saludos.

Ambos rieron y ella lo acompaño hasta el avión, era la única con la que podía hablar de Steve y que esta le entendiera.

— ¿Supiste algo de Bruce? —La pregunta vino a la mente, a lo mejor por su supuesta muerte el hombre volvería a aparecer pero ella negó.

—Lo siento, pero ni siquiera lo encuentro, es como si se lo hubiera comido la tierra.

—Ya veo. —Volteo a ver a la mujer. —Gracias por todo, de verdad.

—Los quiero, son mi manada aunque este lejos. —La chica le dio un beso en la mejilla y vio el avión partir.

—Steve, gracias por no llevártelo, estoy segura que ese tal Yinsen eras tú... —Dijo la mujer a aire, sonriéndole al cielo, sabiendo que su amigo estaba con Bucky, protegiéndonos a todos.

Si hubieras estado aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora