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ɪ ᴋɴᴏᴡ ʏᴏᴜʀ ꜱᴇᴄʀᴇᴛ
ʏᴏᴜʀ ᴅɪʀᴛʏ ʟɪᴛᴛʟᴇ ꜱᴇᴄʀᴇᴛ

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Luego de terminar las clases, después de un largo y jodido año de puros exámenes y dolor de culo que nos provocaban la Bower gang, lo que hacía era encerrarme en el arcade.
El lugar estaba silencioso y las puertas estaban cerradas mientras periódicos tapaban la vista, el suelo estaba sucio y las máquinas llenas de polvo. Recordé haber estado en el Palace Arcade jugando al Street Fighter junto a un chico alto y rubio.

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- ¡Vamos! - exclamé, la partida había terminado

- ¡Eres muy bueno, chico! - habló mi compañero de juego

- ¡Gracias! -

Ambos chocamos puños, era algo típico en estos tiempos hacerlo entre chicos tanto así como burlarse de la madre de tu amigo o decir que es muy sexy.

- Debo irme. - sonríe este y da media vuelta para caminar hacia una segunda puerta

- ¡Oye! Aún me queda una ficha - se la muestro -, solo si quieres... -

Un "cállate" se escucha de fondo, sigo mirando al chico esperando su respuesta. Este voltea por unos segundo hasta finalmente contestarme.

- ¡Amigo, aléjate de mí! ¡No soy tu jodido novio! -

- ¿Amigo, qué? Yo nunca dije eso. - le digo

- Primo, ¿pasa algo? -

- ¡No me dijiste que tu pueblo estaba lleno de maricas! -

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[ "Maricas" , "¡Richie Tozier, ¿quieres coger con mi primo?" , "¡Vete de aquí, marica!" ]

Las palabras con las que se había dirigido hacia mí persona Henry Bowers aún sonaban en mi cabeza.
Fueron comentarios superfluos lo que aquel matón había dicho, tanto él como su propio primo y no olvidemos las risas de Victor y Belch de fondo junto al nuevo reemplazo de Hockstetter dentro del grupo. Algo tan innecesario. Innecesario.
Recuerdo aún haber salido de allí mientras los vidrios de mis grandes lentes se empañaban de mis lágrimas y la vista se me volvía borrosa. Era una sensación indescriptible.

Debo aclarar que de chico siempre había sido imperactivo y era una máquina de decir sandeces - Un cómico vulgar - decían mis amigos, pero por otro lado mis compañeros de clase pensaban sobre mí como suicida, estúpido y un extraño. ¿Suicida? ¡Que loco! ¡Tampoco era como el amigo loco del primo de Rose!. No recordaba su nombre de chico pero siempre me sonrojaba ante la comparación que mi propia amiga hacía. ¿Todd? ¿Tedd? ¿Teddy? ¡Sí, Teddy Duchamp, ese cuatro ojos!
De todos modos ese había sido mi modo de vivir y de poder ocultar todos mis problemas entre chistes, sin aburrimiento ni soledad, pero había logrado controlar todo. Tal vez controlarlo un poco luego de ser descubierto con un micrófono en mano y eufórico. Siempre tuve mucho entusiasmo.

|IT 2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora