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»ꜱᴋᴜɢɢᴏʀɴᴀ ʀᴜᴠᴀ«
primera parte.

Henry Bowers, estaba igual de loco que una cabra, con cabello rubio cortado a la americana, con nariz pequeña y pómulos marcados. Portaba un poco de músculos en brazos y piernas, vestía con vaqueros y camisas sin mangas.
Era ágil como comadreja. Él, Belch, Víctor y Patrick eran los peores elementos dentro de la escuela de Derry.

Esa misma mañana, cuando el club de Perdedores ya se encontraba vagando por las calles de Maine, Henry Bowers quien estaba en el manicomio de Juniper Hills había estado escuchando voces todo el día. Él creía que era la Luna; sí, la Luna le hablaba.

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Las alcantarillas se llenaban de agua, aquellos cilindros grandes parecían a punto de estallar. El agua estaba cubierta de desperdicios- en especial sangre - junto a los cuerpos en descomposición que fueron parte de la cacería de eso pero esos largos meses.

La entrada en la alcantarilla que se encontraba en los Barrens - y por si no lo recuerdan donde nuestros pequeños amigos habían encontrado uno de los zapatos de Betty Ripsom-, explotó gracias a las cantidades de agua que salía de allí.
El lugar lleno de piedras fue reemplazado por todo el líquido claro, la sangre ensuciaba gran parte del agua y los cuerpos putrefactos, con olor a huevo podrido y las costillas hacia afuera flotaban sobre esta misma. 
El agua comenzó a moverse y se podían ver pequeñas burbujas flotando en ella, con una gran grito la cabeza de Henry Bowers salió a la superficie en busca de aire mientras los cuerpos se amontonaban a su alrededor.

[...]

El chico, cubierto de sangre y con mal olor, caminó desde los Barrens hasta su casa. El buzón de la entrada, con el metal deteriorado, tenía grabado "Bowers".

- Dios santo. - murmuró el oficial de policía

La casa de Henry Bowers se encontraba rodeada de policías y la morgue. Habían encontrado el cuerpo desangrándose del padre de Henry en el living y los cuerpos de Víctor Criss y Reginald Huggins degollados en frente de la casa de Neibolt St. dentro del vehículo que le pertenecía a Henry.

El oficial pasa su mano su cara y grita: - ¡Muchachos! ¡Ahí está el desgraciado! -

Temblando Bowers camina con pequeños pasos hacia atrás.

- Hasta ahí, Bowers! - los cuatro oficiales dentro de escena lo apuntan con su arma

- Aún no. - con voz temblorosa al igual que su cabeza murmura Henry - ¡No pueden! ¡Tengo que matarlos a todos! - exclama

Dos de los oficiales lo colocan contra el suelo de tierra de la entrada de su casa

- ¡Pudrete! - vuelve a exclamar el joven

- Tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas podrá ser usado en tu contra. - recita una frase conocida el oficial al mando

|IT 2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora