8. CONTRA VOLUNTAD

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  C L A U D E 
F O R D

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Escuchó un fuerte sonido seguido inmediatamente de un silencio seco y sordo. Vio mucha luz y a su madre arropándolos a ambos. Escuchó un sonido aún más raro y luego nada. Otra vez silencio.

Lo siguiente que supo fue que la cabeza le dolía demasiado. Tanto, que comenzó a llorar alto. No estaba ni en la casa de la playa ni en su habitación, si fuera así, la niñera pelirroja hubiera entrado al instante. Más bien, sentía su cuerpo tieso. Logró abrir los ojos y reconoció un techo metálico, luego algunos sonidos de aparatos en las paredes, moretones en su pequeño y regordete cuerpo que acompañaban su piel trigueña y en su brazo derecho un tubo delgado que inyectaba un líquido. Sintió miedo, pero el dolor lo hacía llorar más y lo único que atrajo fue a dos parmédicos.

Ambos eran jóvenes y a pesar del ajereo lucían frescos, como si pudieran traerle la paz que él no lograba alcanzar. Le hablaron con voz dulce, pausada y amena. Se turnaban para hacerle preguntas acerca de si recuerda algo o sobre su malestar. Le dieron medicamentos adecuados para su edad y lo mantuvieron en la camilla duranteun rato más sentado en la camilla viendo Ben 10 en el teléfono de el paramédico rubio y con rasgos afables.

Se distrajo súbitamente. Su atención no se dirigía a los aliens, si no a los colores rojos y azules que surcaban la noche, si no a los objetos de los que conocía su nombre pero no sabía cómo

Ambulancia, patrullas, médicos, autos, alguacil y policía...como los dos que se acercaron a él.

Supo que el hombre era el alguacil por el uniforme marrón y la mujer la policía por el uniforme azul, pero no sabía cómo lo sabía. Sólo estaba allí, en su memoria.

─ Hijo ─dijo el alguacil. Bajo la estrella dorada había una placa con letras, pero no lo supo decodificar porque no sabía leer─ soy el alguacil Walsh y ella es la oficial Stone ¿cómo va todo?

   La oficial Stone miró a su compañero, preguntándose si hablaba en serio. Y el paramédico se río de ello.

Le repitió lo mismo que a los paramédicos. Que más allá del dolor de cabeza y la confusión no sentía nada más. El alguacil vio a la policía, preocupado.

─ ¿Recuerdas algo? ─negó en silencioso─ ¿Cómo te llamas?

La pregunta lo desconcertó. ¿Cuál era su nombre?

─ Cle...Cle...Clemen...

Trató de formular la palabra completa pero no consiguió obtener el final.

─ ¿Sabes cuántos años tienes?

Nada. Negó.

─ ¿Recuerdas a tu familia? ─ preguntó como un último recurso─.

Nadó por un segundo en su memoria. Recordó la piel trigueña de ambos padres, era similar a la suya; los ojos ámbar de su hermano y por alguna razón una canción de salsa sonaba cuando pensaba en ellos, dela cual sóloguarda su melodía; los compases rellenando los huecos difuminados de sus rostros por la carencia de la imagen de ellos.

RELIQUIA: Silentium (hiatus) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora